Hoy me he levantado y leyendo los
periódicos pensaba en la hipocresía de muchos de nuestros políticos, en la
manipulación a la que nos someten pensando que pueden hacernos creer que están
en posesión de la verdad absoluta, y que nosotros somos tontos, por no decir
gilipollas. Pensaba en la gran mentira que nos quieren vender en este año
electoral, que como bien dice Santiago Niño Becerra, va a ser un año perdido.
Perdido en promesas que no van a servir para nada, en luchas por derrotar al
contrario solo para conseguir el poder por el mero placer del poder; perdido
para miles de personas que esperan y necesitan una solución a su situación
desesperada, y que durante este año no van a tener ninguna, solo promesas,
promesas, promesas. Pero entre tanto algunos morirán por no recibir su
medicamento, muchos perderán su casa por no poder pagar las cuotas de la
hipoteca, otros seguirán sin calefacción, mal comiendo y mal viviendo. Y esto
hablando solo de las personas. No nos olvidemos de la deuda, que seguirá
creciendo hasta alcanzar el 100 y pico del PIB, porque este año no nos podemos
entretener en frenar esa sangría de nuestro país, nos preocupa más nuestro
asiento.
Solo promesas, promesas,
promesas. Vótame, vótame, vótame.
En todo este escenario, yo veo,
escucho, y cada día con más intensidad me entran unas ganas enormes de meterme
dos dedos hasta lo más profundo de la garganta para potar hasta quedarme bien
limpia. Y es que no es para menos.
Me repugna ser testigo, como
todos, del espectáculo de gladiadores al que nos están sometiendo. Nunca he
escuchado tanto hablar de enemigos como en las últimas semanas y días. ¿Pero
enemigos por qué?, porqué me van a quitar el poder (¡por favor!), porqué me van
a sacar a relucir mis miserias (si las tienes eso se piensa antes de hacerlas),
porqué no voy a poder seguir chupando (la política debe ser honrada, y quién no
lo es no debe estar). En fin, el porqué es lo de menos; lo triste, patético y
preocupante es que el objetivo número uno sea eliminar al contrario, cuando yo
pienso (quizá soy una ilusa) que el objetivo número uno es España y los
españoles, con todo lo que esto conlleva. Lo siento, pero no puedo confiar en
quien para darme lo mejor a mí, tiene que eliminar a otros al precio que sea. Y
no puedo confiar porque detesto esa práctica, pero sobre todo porque sé que una
vez eliminado el contrario, a mí me van a dar por donde amargan los pepinos.
La realidad no es tan bonita como
nos la quieren pintar. Quizá hemos llegado a un punto de tocar fondo, llega un
momento en el que no se puede caer más, pero que nadie piense que vamos a salir
lanzados hacia la superficie, porque eso no va a ocurrir. El nivel de
precariedad al que hemos llegado se va a convertir en congénito. Sí que
podremos trabajar, como escuchaba ayer a alguien en el mercado, el que quiere
trabajar encuentra algo. Sí, de acuerdo, pero qué encuentra: sueldos bajos,
trabajo muy temporal, falta de seguridad. Es lo que hay, lo tomas o lo dejas, y
así vas pasando la vida.
Esta indignación al ver como se
despelleja vivo al “enemigo” no solo me la provoca lo que estoy viendo en mi
país. Me indigna y mucho ser testigo de lo que van a hacer con Grecia. Me gusta
ser objetiva, y probablemente muchos dirán que no lo soy. Lo que no veo justo
es que se esté criminalizando y desprestigiando a un partido que no ha sido el
responsable de la situación en la que el país se encuentra. Este partido está
intentando encontrar una salida (si es que la hay) para una situación creada
por la nefasta gestión de gobiernos a los que se apoya sin reparo por parte de
los lobbys del poder económico europeo y mundial. ¿Acaso eso es un delito?,
¿querer que tus ciudadanos no estén en situación de desamparo es un delito? Me
dirán que no, por supuesto. Pues lo siento, pero se está actuando como si lo
fuera. Y esto me repugna. Porque para mí las personas están por encima de los
intereses políticos, económicos y partidistas. Para mí las personas lo son
todo, el resto lo inventamos nosotros y de la misma forma se puede reinventar.
Y al hilo de lo anterior, me
repugna que mi gobierno sea cómplice de ese acoso para imponer unas medidas que
van a terminar de ahogar y matar a personas. Sí, digo personas, y me da igual
que sean griegos, persas, americanos, o suhagilis. Son Personas, con mayúsculas.
Ahora es cuando siempre viene
alguien y dice: vamos a ver, si para que todos estos vivan bien me lo van a
quitar a mí, que les den.
Lo triste de este argumento es
que da el apoyo a quienes están haciendo el juego de acoso y derribo al
enemigo, sin darse cuenta de que los demás les importamos lo mismo, nada. Solo
somos un instrumento para seguir perpetuándose en el poder.
Como se dice vulgarmente:
prometer y prometer hasta meter, y después de metido …….. pues eso.