jueves, 24 de diciembre de 2015

Te quiero papá. Siempre



Hace apenas tres meses escribía en este mismo lugar una historia sobre un hombre bueno. Hoy ese hombre ya no está. Murió hace ocho días. Nunca antes había visto morir a nadie, pero nunca podré olvidar la forma como él se marchó. Nunca podré olvidar aquellas horas en las que él ya inconsciente, transmitía una placidez inmensa. Mis hermanos y yo le sujetábamos sus manos. Yo quería, necesitaba transmitirle vida a través de ese contacto, pero no podía. Quería transmitirle esa vida que él me dio en su día, pero no podía. Él se iba poquito a poco, despacito, y nosotros no podíamos hacer nada, solamente sujetar sus manos y pensar que de alguna forma nos sentía allí, cerca de él, sabiendo que no estaba solo. Su respiración era lenta, cada vez más débil. Fue un momento muy triste, pero al mismo tiempo lleno de una inmensa paz. Allí estábamos los cinco. Quiero pensar que de alguna forma eligió ese momento, el único de todo el día en el que nos quedamos los cinco solos, él, su mujer, y sus tres hijos. Y entonces se fue, tan despacio, de una forma tan dulce, que apenas nos dimos cuenta de que ya no estaba.

Quería escribir muchas cosas sobre él, pero no puedo. En este momento las lágrimas y la emoción no me dejan. Quizá en otro momento.

Hoy es Nochebuena. Esta noche estarás con nosotros papá, siempre estarás con nosotros. Y por ti intentaremos sonreír.

Te quiero papá, siempre te querré.