domingo, 24 de agosto de 2014

La deflación y unos mojitos



Anoche, tomando unas copas con unos amigos, salió una conversación que ¡anda qué!. Pero así es la vida, estás pasando un rato agradable, la conversación va de un lado a otro, y terminas hablando de la deflación, mientras la música te envuelve.

Todo empezó porque uno de ellos dijo: a los economistas muchas veces me cuesta entendeos; no sé si a todo el mundo le pasa lo mismo. Decís cosas que yo no veo, las decís como si fueran verdad. Así que ya no sé si mentís, si sabéis lo que decís, o si yo no tengo ni puta idea.

¿Por ejemplo?, le pregunté

Pues por ejemplo la deflación

¿Qué le pasa a la deflación?

Vamos a ver, si inflación es que suban los precios, y eso es jodido; deflación es que los precios bajan. ¿Pues entonces por qué tanto miedo y que viene el lobo y que es peor? A mi chica, si me bajan el precio del alquiler, el de la gasolina, la cesta de la compra, los gastos de mis hijos, y el de estos mojitos que nos estamos tomando, me ponen en mi casa.

Llegados a estas, le intenté explicar el tema, y cuando lo vio y lo entendió, terminó diciendo. ¡Ahora sí!, joder, y porque no lo explican así para que los demás lo entendamos y no nos quedemos con la sensación de que nos están intentando meter un gol.

Así que esta mañana me he dicho: hace bastante que no me paso por el blog, ¿y si lo dejo ahí todo escrito?

La deflación es una situación de caída generalizada y persistente en el tiempo de los precios de productos y servicios. Esto, que a priori puede parecer algo bueno para los bolsillos de los ciudadanos, es el comienzo de un desplome de la economía, que si no se controla, puede sumir en la ruina a países y zonas.

El primer efecto de la deflación es la caída en los beneficios de las empresas. Una empresa que ve caer los precios de los productos que vende, inmediatamente tendrá un reflejo en su cuenta de resultados. Quizá a corto plazo la situación no sea preocupante, pero si se prolonga en el tiempo, la consecuencia inmediata es la bajada de sueldos, cierre de empresas, aumento del desempleo, caída en la inversión empresarial.

Cuando la bajada de precios lleva a la disminución de los beneficios de las empresas, y consecuentemente a la bajada de sueldos de los trabajadores, son estos los que empiezan a percibir que la deflación quizá no era tan buena. Puede que los productos sean más baratos, pero su renta también es mucho menor.

Poco a poco el poder adquisitivo de todos, empresas y ciudadanos, es cada vez más bajo. No se consume porque no se tiene la seguridad de que se pueda pagar debido a que se sabe que los sueldos seguirán bajando, y lo que es peor, muchas veces no se consume porque se espera que en ese entorno de deflación, mañana, o el mes que viene, los precios serán más bajos. Esta visión hace que muchos pospongan el consumo a un momento posterior donde se esperan beneficiar de precios más bajos todavía.

Todo ello a nivel general de un país, lo que provoca es estancamiento, y el estancamiento provoca más caída de los precios, más caída de beneficios empresariales, menos renta de trabajadores, más paro, menos inversión; y así una rueda que se alimenta a sí misma y que gira cada vez más rápida.

A su vez todo este escenario conlleva una caída en la recaudación de impuestos. Menores beneficios y menores rentas, supone menores impuestos directos. Desde luego sería un gran error por parte de cualquier gobierno intentar compensarlo con mayores impuestos indirectos, ya que esa medida todavía hundiría más a empresas y trabajadores.
Los menores ingresos estatales llevarían a su vez a menores gastos, menor inversión pública. En definitiva a una quiebra del Estado del bienestar, y del Estado en general. 

A todo esto hay que añadir un problema que en este momento se está viviendo en nuestro entorno económico. Cuando la deflación llega después de un periodo de crecimiento como el que se vivió, sobre todo cuando llega después de un periodo donde el crédito fluía sin problema, donde todos (empresas y ciudadanos) se endeudaron hasta niveles no conocidos con anterioridad. En esta situación el problema se agrava.
Esto es así porque en un entorno de deflación los precios bajan, es cierto, pero las deudas contraídas con anterioridad permanecen. Es cierto que los intereses también bajan, ¿pero y el principal?. No olvidemos que el principal también hay que pagarlo; no olvidemos que el montante de deuda es elevado porque nos lo daban, porque podíamos pagarlo con las rentas que teníamos y que esperábamos en el futuro. Pero el futuro ha cambiado; las rentas (quien las sigue teniendo) son cada vez más bajas, y en deflación seguirán bajando, mientras la deuda contraída está ahí, es elevada, y hay que pagarla.

En resumen: la deflación provoca estancamiento, pobreza, dificultades o imposibilidad de salir de la rueda. Pero si te pilla con un endeudamiento heredado de una época anterior, la deflación es la puntilla que te termina de matar.

En fin. No sé si lo he podido explicar de una forma clara y que pueda entenderse. Al menos que se vea más fácil lo que muchas veces los economistas dicen en pocas palabras y nadie entiende. Hay más implicaciones, más facetas que analizar, pero creo que con esto es suficiente para entender el verdadero problema.

Espero que nadie siga pensando que la deflación es buena porque me bajan el alquiler y me ponen en mi casa.



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