sábado, 11 de octubre de 2014

Gracias Teresa



Hace una semana eras una persona anónima, nadie te conocía excepto tu familia, tus amigos y tus compañeros de trabajo. Eras una más, como yo, como tantos otros. Hoy, todos te conocen.

Has sido, y sigues siendo, vapuleada, criticada, criminalizada, tratada injustamente. Aunque en esto, como en todo, cada uno tiene su opinión y creen estar en posesión de la verdad. Es muy fácil juzgar, pero solo tú sabes cómo te sientes.

Lo que ocurrió nos podía haber ocurrido a cualquiera. Bueno, a cualquiera no, porque muchos no hubieran hecho lo que tú hiciste, ayudar a una persona con una enfermedad como el ébola. La mayoría hubiéramos huido, hubiéramos escabullido el bulto y que otro se ocupe del tema. Es cierto que era tu trabajo, sí, pero tú te presentaste voluntaria, y eso te dignifica como ser humano.

A lo largo de estos días he sentido una rabia inmensa al escuchar de qué forma te han hecho responsable de todo. Hay que ser un malnacido para decir todo lo que han dicho de ti, sin conocerte, sin ponerse en tu lugar, sin aceptar sus propios errores. Esos grandes errores son los que han provocado toda esta situación. Pero este país está lleno de bolsillos agradecidos que no tienen la dignidad humana, ni la vergüenza, ni la honorabilidad suficiente para aceptar su responsabilidad. Es más fácil criminalizar, tirar la mierda para otro lado, y sacrificar a otro que total no conoce nadie.
Pero se equivocan. Actuando como lo han hecho han puesto de manifiesto lo ruines, miserables, cobardes, y egoístas que son.

¿Sabes?, en este momento me está ocurriendo lo mismo que estos días. Tengo la sensación de que nuestro idioma se queda corto para encontrar los adjetivos que los describan. Por muchas palabras que utilice, siento que no es suficiente, que su ignominia no queda claramente expuesta.

Tienes que superar esta situación. Solo tú puedes enfrentarte a todos ellos de la única manera que una gran persona lo hace. Cuando te hayas recuperado, cuando hayas superado la enfermedad, solo tienes que mirarlos a los ojos. Estoy segura de que muchos de ellos no podrán sostenerte la mirada.

Van a decir muchas barbaridades de ti, ya lo verás. Incluso me atrevo a adelantar que muchos dirán que estás sacando tajada de tu enfermedad. Pero aquí cada uno ya ha demostrado lo que es.

Lo peor, lo que más pena me da, no son los políticos oportunistas; es la gente anónima que les da la razón. No quiero preocuparte, pero están ahí. Ayer escuchaba a algunos y sentía tanta rabia como he sentido esta semana al escuchar declaraciones públicas. Por suerte no son la mayoría.

Poco antes de empezar a escribir esto, pensaba que en la historia del mundo, la mayor parte de los grandes cambios sociales han venido provocados por un pequeño hecho aislado iniciado de forma involuntaria por una persona anónima. Y pensaba que quizá tú seas esa persona que sin proponérselo, ha hecho que queden al descubierto las miserias y la ruindad de unos políticos que no merecemos.
Que quizá la lucha que estás librando contra un virus, acabe con esta calaña de mezquinos y miserables. Y pensaba también que quizá tú puedas lograr que se produzca un avance importante. Porque esta enfermedad tendrá cura, como todas, aunque ya sabemos que hasta ahora no ha interesado investigarla. ¿Para qué?, total es cosa de pobres y desarrapados, y además africanos. Pero cuando el virus asoma a nuestra puerta, ¡hostias!, ya no es lo mismo.

Mucha suerte Teresa, lucha, porque la vida te está esperando, y no hay nada más bonito que vivir. Y cuando estés fuera, recuerda, míralos a los ojos hasta que sean ellos los que aparten la mirada.

Hace una semana no te conocía, ni sabía que existías. Hoy sin embargo quiero decirle:

Gracias Teresa por tu gran lección de humanidad.