Hace una semana eras una persona anónima, nadie te conocía
excepto tu familia, tus amigos y tus compañeros de trabajo. Eras una más, como
yo, como tantos otros. Hoy, todos te conocen.
Has sido, y sigues siendo, vapuleada, criticada,
criminalizada, tratada injustamente. Aunque en esto, como en todo, cada uno
tiene su opinión y creen estar en posesión de la verdad. Es muy fácil juzgar,
pero solo tú sabes cómo te sientes.
Lo que ocurrió nos podía haber ocurrido a cualquiera. Bueno,
a cualquiera no, porque muchos no hubieran hecho lo que tú hiciste, ayudar a
una persona con una enfermedad como el ébola. La mayoría hubiéramos huido,
hubiéramos escabullido el bulto y que otro se ocupe del tema. Es cierto que era
tu trabajo, sí, pero tú te presentaste voluntaria, y eso te dignifica como ser
humano.
A lo largo de estos días he sentido una rabia inmensa al
escuchar de qué forma te han hecho responsable de todo. Hay que ser un
malnacido para decir todo lo que han dicho de ti, sin conocerte, sin ponerse en
tu lugar, sin aceptar sus propios errores. Esos grandes errores son los que han
provocado toda esta situación. Pero este país está lleno de bolsillos
agradecidos que no tienen la dignidad humana, ni la vergüenza, ni la honorabilidad
suficiente para aceptar su responsabilidad. Es más fácil criminalizar, tirar la
mierda para otro lado, y sacrificar a otro que total no conoce nadie.
Pero se equivocan. Actuando como lo han hecho han puesto de
manifiesto lo ruines, miserables, cobardes, y egoístas que son.
¿Sabes?, en este momento me está ocurriendo lo mismo que
estos días. Tengo la sensación de que nuestro idioma se queda corto para
encontrar los adjetivos que los describan. Por muchas palabras que utilice,
siento que no es suficiente, que su ignominia no queda claramente expuesta.
Tienes que superar esta situación. Solo tú puedes enfrentarte
a todos ellos de la única manera que una gran persona lo hace. Cuando te hayas
recuperado, cuando hayas superado la enfermedad, solo tienes que mirarlos a los
ojos. Estoy segura de que muchos de ellos no podrán sostenerte la mirada.
Van a decir muchas barbaridades de ti, ya lo verás. Incluso
me atrevo a adelantar que muchos dirán que estás sacando tajada de tu
enfermedad. Pero aquí cada uno ya ha demostrado lo que es.
Lo peor, lo que más pena me da, no son los políticos
oportunistas; es la gente anónima que les da la razón. No quiero preocuparte,
pero están ahí. Ayer escuchaba a algunos y sentía tanta rabia como he sentido
esta semana al escuchar declaraciones públicas. Por suerte no son la mayoría.
Poco antes de empezar a escribir esto, pensaba que en la
historia del mundo, la mayor parte de los grandes cambios sociales han venido
provocados por un pequeño hecho aislado iniciado de forma involuntaria por una
persona anónima. Y pensaba que quizá tú seas esa persona que sin proponérselo,
ha hecho que queden al descubierto las miserias y la ruindad de unos políticos
que no merecemos.
Que quizá la lucha que estás librando contra un virus, acabe
con esta calaña de mezquinos y miserables. Y pensaba también que quizá tú
puedas lograr que se produzca un avance importante. Porque esta enfermedad
tendrá cura, como todas, aunque ya sabemos que hasta ahora no ha interesado
investigarla. ¿Para qué?, total es cosa de pobres y desarrapados, y además
africanos. Pero cuando el virus asoma a nuestra puerta, ¡hostias!, ya no es lo
mismo.
Mucha suerte Teresa, lucha, porque la vida te está esperando,
y no hay nada más bonito que vivir. Y cuando estés fuera, recuerda, míralos a
los ojos hasta que sean ellos los que aparten la mirada.
Hace una semana no te conocía, ni sabía que existías. Hoy sin
embargo quiero decirle:
Gracias Teresa por tu gran lección de humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario