No sé muy bien cómo empezar a
escribir esto. No puedo evitar pensar, ¿y si algún día mis palabras se vuelven
en mi contra? No es que eso me cause miedo; en realidad a estas alturas de la
vida el miedo ya no existe, aunque sea lo que quieren crearnos. Y eso
precisamente es lo que no debemos permitir.
Después de unos días convulsos,
no me queda ninguna duda de que la guerra ha comenzado. La guerra contra las
ideas, contra el deseo (legítimo sin lugar a dudas) de cambiar este país. Hay
muchos intereses, siempre los ha habido y siempre los habrá, que no dejaran que
cambien; cueste lo que cueste, caiga quien caiga.
Guillermo Zapata cometió un
error, sin duda. Ha pagado por él. Otros han cometido errores, sin duda. Igual
que tú, que yo, que todos. Sé que ahora me dirían: pero no es lo mismo, no es
comparable, hay errores y errores. Desde luego, los hay. De la misma forma que
hay catadura moral o no la hay.
Ayer pude leer como alguien decía
que nos han tendido una trampa y hemos caído en ella. Estoy totalmente de
acuerdo.
Es indigno que un cargo público
hable contra las mujeres como si todas fuésemos fulanas, y no pasa nada.
Es indigno que una vicepresidenta
del gobierno hable de los parados como si todos fuesen vagos y defraudadores, y
no pasa nada.
Es indigno que un portavoz del
gobierno desprecie a las víctimas de un régimen político, y no pasa nada.
Es indigno que una candidata a la
alcaldía de la capital de este país hable de los sin techo como si fuesen
delincuentes, y no pasa nada.
Y así podría seguir y seguir,
pero para qué.
Todos tienen basura en la que
buscar, solo que con una diferencia. La suya está muy expuesta, no es necesario
rebuscar para encontrarla. O quizá no les importa porque saben que hagan lo que
hagan, y digan lo que digan, no pasa nada.
La pregunta que ahora me surge,
la que supongo le surge a muchos es: ¿y ahora qué? Van a seguir buscando, escarbando
en la basura para exponer todo lo que encuentren, nimio o no tan nimio, todo
vale cuando se trata de eliminar al enemigo.
Seguirles el juego es caer en su
trampa, es lo que están esperando. El y tú más no sirve; ya hemos visto que
siempre habrá una justificación para cada una de sus miserias. ¿Entonces qué?
Hablo por mí. Me considero una persona
respetuosa, pero crítica, muy crítica con aquello que no me gusta y que no
considero justo. No me gustan los enfrentamientos, ni me gusta ser una persona
carroñera, pero sí dejar clara mi postura.
Sigo pensando que entrar en su juego
es lo que pretenden. Y entonces, al seguir preguntándome ¿y ahora qué?, no
puedo dejar de recordar a Gandhi. No lo sé, quizá esté equivocada, o quizá solo
soy una persona pacífica que no se da por vencida, que piensa que la palabra
tiene mucho poder.
Ni siquiera sé si he conseguido
expresar la rabia que siento. Esto no ha hecho más que empezar. No caigamos en
su trampa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario