Llevo días pensando cómo
descargar mi asco, hastío, vergüenza, etc, etc, y la verdad es que no tengo muy
claro si seré capaz de expresar más de lo que ya se ha dicho, y de lo que está
por decir.
Tengo la sensación de que cuántos
más nombre “ilustres” se suman a la lista de la vergüenza, más se nos toma al
resto por tontos, ignorantes, o simplemente gilipollas. Cada nombre “ilustre”
que aparece me digo: no me extraña. ¿Y por qué será que no me extraña?
No sé vosotros, pero a mí lo que
más me indigna es que la mayoría de ellos nos han venido dando al resto en el
pasado más o menos reciente, lecciones de patriotismo, de ciudadanía, de
respeto y de legalidad. ¿Pero qué respeto ni qué respeto?, ninguno de ellos
tiene autoridad moral para darme a mí ni a nadie lecciones de nada.
Si has defraudado has defraudado,
y eso tiene un nombre: delito. Lo demás solo es ruido para despistar
amparándose en que soy una persona relevante, importante, seria. Y qué queréis
que os diga, para mí eso es lo más repugnante.
Tengo un amigo que siempre dice:
la mujer del Cesar no solo tiene que ser pura sino que además tiene que
parecerlo. Pues eso mismo es lo que no se está cumpliendo. Aquí todo dios
aparece como puro, limpio, modelo de virtud, de lealtad al país y a la madre
que los parió. Hasta qué sorpresa. Y entonces los malos somos los demás, la
prensa, los carroñeros que solo buscan la noticia para ganar notoriedad y por
supuesto dinero.
¿Y qué han buscado ellos?,
notoriedad no (les sobra), noticia tampoco (cuánto menos se sepa mejor), pero
dinero a toneladas. Dinero, solamente dinero, ¡Qué pobres son!
Seguro que los nombres que están
por llegar me seguirán cabreando, seguro que dirán: yo no fui, el malo eres tú.
Seguro que no me van a sorprender. Y seguro que seguirán creando otros ruidos
para que todo se diluya.
Ante todo eso mejor será que
entone la canción: Panamá pachin, Panamá pachan
No hay comentarios:
Publicar un comentario