lunes, 23 de mayo de 2016

Futbol, amigos y otros



No soy muy futbolera, no mucho más de: por la cosa social, como dice uno de mis amigos. Y cuando digo “por la cosa social” no me refiero al bien o mal quedar, me refiero a reunirnos un grupo de amigos, reír, tomar unas cervezas, picotear un poco cuando alguno sale a buscar un platito de jamón o de queso, o de ambos. En una palabra, divertirse y pasar un buen rato. Vivir, en suma. Y eso es lo que hicimos ayer.

Formamos un grupo donde las aficiones están desigualmente distribuidas. Digamos que la mayoría absoluta es abrumadoramente absoluta, mientras que la minoría es, pues eso, minoría. Pero esto nos importa poco porque nos respetamos, nos queremos, y sobre todo nos divertimos, mucho. Nos reímos una jarta, tanto que a veces ni nos enteramos cómo va el partido. Nuestras discusiones, por llamarlas de alguna forma, giran por caminos como:

-          ¿Quién ha pagado esta ronda?
-          Pero tú tas empanao? No he dicho que la próxima la pagaba yo! Pues ahora te vas a tomar dos juntas, por listo.

Ayer, como siempre, nos reunimos, reímos, contamos anécdotas nuevas y otras que ya conocemos, pero que siempre que las contamos nos partimos de risa. Pagó uno, pagó otro, merendamos o más bien cenamos, hicimos fotos (por cierto no me las pasaron; apunto reclamación de fotogalería). Y en éstas estábamos cuando llegó un individuo que la jodió.

¿Por qué la gente tiene que ser tan intolerante?
¿Por qué su libertad de expresión (a la que por supuesto tiene derecho como todos) no la pueden expresar sin ofender?
¿Por qué hay gente que piensa que cuánto más insulta y más grita al hacerlo, más razón tiene?
¿Por qué tanto odio descargado sobre cualquiera que sea, vista, o huela a culé?

Porque esto es lo que ocurrió. Esa persona es conocida por todos. Se sentó relativamente cerca de nuestro grupo y comenzó a insultar a todos los jugadores, directivos, representantes políticos, público, etc, etc, con un tono de voz tan alto que algunos clientes tuvieron que marcharse.

Lógicamente, la cascada de insultos y descrédito personal de todo el que formaba parte del equipo azulgrana, o de sus seguidores, mezclaba el deporte con la política. Todo al mismo saco, y todos al mismo saco. ¡Ala, así, sin vaselina ni na!

El buen rollo se nos cortó por la situación y por la vergüenza ajena. Pero mucho más cuando ante la falta de atención hacia la cascada de barbaridades, comenzó a dirigir éstas hacia los miembros de nuestro grupo seguidores del Barça.

No sé porqué he escrito todo esto, pero me apetecía hacerlo. El próximo sábado volveremos a juntarnos. Unos estarán, otros no podrán porque trabajan, pero los mensajes vía whatsapp nos permitirán seguir riéndonos juntos. Nos repartiremos unas rondas, haremos fotos, cantaremos gol, o no. Haremos “vida social” como dice Ángel, siempre él de espaldas a la pantalla. Porque alguien tiene que ocupar ese puesto y él es el menos futbolero y el más cachondo. Y después cenaremos, o no, depende de la prórroga y los penaltis. Y después tomaremos unas copas, bailaremos, y en fin, viviremos hasta el próximo partido. Que este año viene la selección para poder continuar reuniéndonos y pasar un buen rato entre amigos.

Qué pena me dan todos esos que tienen tanto odio dentro que no pueden disfrutar de estos pequeños momentos de felicidad. Porque al final se trata de eso, de ser felices y dejar que los demás también lo sean.


No hay comentarios:

Publicar un comentario