lunes, 28 de octubre de 2013

Iglesias



Ayer domingo volvía de viaje tras pasar el día visitando a mis padres. Eran las siete de la tarde y ya había anochecido por culpa del cambio de hora. Me encontraba en la A2, acercándome a la salida que me permitiera entrar en Zaragoza. Más adelante, a mi derecha, atrajo mi atención una columna de humo negro que se elevaba hacia el cielo. Un incendio, pensé. Y al mismo tiempo que pensaba esto, un presentimiento me dijo: Iglesias.
Ya tomada la salida de la autopista, el humo quedó a mi izquierda, y el presentimiento se hizo más fuerte. Sí, aquella era la ubicación más o menos de Iglesias. También de otras muchas naves industriales, pero de alguna forma yo supe que era un incendio en Iglesias.
Dos horas más tardes recibí una llamada de teléfono, era un antiguo compañero de trabajo. Me sorprendí porque me llamara, y sobre todo que lo hiciera un domingo por la noche. Lo hizo para explicarme que se había producido un incendio en las instalaciones de Iglesias, y mientras lo hacía estaba llorando, porque la pena por toda la situación lo dominaba.
Busqué la noticia en el periódico digital, y efectivamente, allí estaba. La columna de humo que yo vi era lo que imaginé. Mi presentimiento era cierto.
Como a mi compañero, me embarga una gran tristeza. Iglesias es el lugar donde durante 23 años yo he trabajado. Allí me he formado profesionalmente, he aprendido muchas cosas, he vivido momentos muy duros y otros muy gratificantes. Tuve que abandonar las instalaciones el 31 de julio, junto con todos mis compañeros, porque se tomó la decisión de abandonarlas y trasladarnos a otro lugar. Después perdí mi trabajo, y no he tenido fuerzas para volver ni siquiera a ver desde fuera aquel lugar que dejé atrás.
Este incendio es como una puerta que se cierra definitivamente, un final injusto para un lugar que no merecía terminar como terminó. Me siento muy triste, de alguna forma una parte de mí seguía allí. No se puede dar carpetazo a 23 años como si no hubieran existido. Y quizá esa conexión es lo que me hizo presentir que era Iglesias la que estaba ardiendo, cuando ayer vi la columna de humo.
Es muy triste ver estos finales.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Basta ya de oportunismos



Cito fuentes del periódico El País: El Banco de España da por acabada la recesión más larga en democracia: El supervisor del sector financiero estima que la economía creció un 0,1% entre julio y septiembre, tras nueve trimestres en retroceso.
Me indigna esta fiebre de optimismo desbordado con el que hoy nos están bombardeando en todos los medios de comunicación. Me indigna la rotundidad con la que el Banco de España da por cierto y seguro algo tan débil. Y me indigna, no porque esté en contra de que la recuperación llegue por fin, que por supuesto la deseo. Me indigna porque no sé a quién se pretende engañar, o qué se nos pretende vender. ¡Bueno, puedo imaginarlo!
En primer lugar, todo buen analista debe saber que para afirmar con rotundidad este o cualquier otro dato económico, debe observarse una tendencia continuada durante un periodo de tiempo más o menos prolongado. La cifra de un crecimiento de un 0,1% en un trimestre, tras nueve trimestres en retroceso, no cumple ni mucho menos con la norma.
En segundo lugar, me indigna escuchar la noticia como si este levísimo repunte puntual hubiera solucionado de golpe todos los problemas que acucian a este país. Como si todos los miles de personas que se encuentran en una situación desesperada hubieran encontrado de golpe la panacea para todos sus males, y ya no tuvieran que quejarse por nada. Y es que me preocupa que la euforia que se quiere transmitir, termine convirtiendo a miles de personas en proscritos, por no decir en un estorbo. Cuando en realidad, el principal objetivo debería ser el de crecer para que todos ellos vuelvan a integrarse en una sociedad donde se sientan dignos y respetados.
Y cuando hablo así me estoy refiriendo: a los cientos de desahuciados de sus casas; a las miles de personas que han pasado de tener un plato en su mesa, a tener un hueco en la mesa de la casa de caridad; a los miles de padres que conservando todavía su casa y su plato, tienen que mirar a sus hijos con tristeza porque ya no hay ningún ingreso, y no saben durante cuánto tiempo podrán mantener esa situación; a las miles de personas que viven angustiadas porque el desempleo los ha alcanzado, y por su edad o por sus circunstancias solo reciben un no por respuesta ante su búsqueda incansable; a los cientos de personas que se están viendo obligados a pedir una limosna en la calle, en esa calle por la que hasta hace unos meses ellos paseaban del brazo o de la mano de su mujer o de su marido en una tarde de domingo, sin imaginar que un hueco en la misma les estaba reservado; y a tantas y tantas personas que por uno u otro motivo han caído en la redes de lo que llamamos crisis, fraude, etc, etc.
Y todo esto es lo que me indigna cuando hoy escucho lanzar las campanas al vuelo tan alegremente. Porque no tengo ninguna duda de que esta noticia es en realidad una estrategia muy oportunista por parte de un gobierno que ha demostrado ser incapaz, no solo de solucionar los problemas con los que se encontró, sino que los ha agravado a un nivel como nunca antes habíamos conocido. Ojalá llegue ese fin de la recesión, lo deseo de verdad. Pero que llegue para todos.

lunes, 21 de octubre de 2013

Indignación y vergüenza




Una hipoteca de 200.000€ ----> 50 años
Una carrera universitaria ---> 5 años + 1 año de especialización
Tiempo exigido para jubilarse ----> 38 años

UN ASESINATO ------> 11 MESES
SI SON 24 ASESINATOS -------> 26 AÑOS
INDIGNANTE, ¡QUÉ BARATO ES EL LADO OSCURO!

domingo, 13 de octubre de 2013

CANCOOK GASTRO




La vida está hecha de pequeños momentos en los que compartir una copa con algún amigo, volver a encontrar a personas a las que aprecias, y sentir su calor, su sonrisa y su cariño, no tiene precio.
Ayer, durante el día del Pilar, fui en busca de un amigo. Y me encontré con una sorpresa.
Me gusta salir, tomar unas cervezas, hablar con la gente, reír con ellos y sentir que la vida es una maravilla cuando se puede compartir de esta forma. Hay unos cuantos lugares donde soy habitual, por ellos, por la gente. Esas personas que están detrás de la barra, y que se alegran al verme llegar, que me saludan y me preguntan por la semana, que comparten conmigo unas horas donde todos somos un poco más felices. Pero en algunas ocasiones, llegas un día y alguien falta. Esto es lo que me ha pasado en varios momentos con Sebas.
Conocí a Sebas hace ya algunos años, cuando era camarero en uno de los lugares que yo frecuentaba cada fin de semana. Es una persona increíble, muy profesional, y con una sonrisa siempre dibujada en su cara. El día que llegué como siempre, y no lo vi, supe que ya no trabajaba allí, y me sentí muy triste porque ya no sería lo mismo. Pero el destino quiso que pudiera conocer dónde se encontraba entonces. Recuerdo su sonrisa cuando me vio entrar, y su pregunta: ¿qué haces aquí?
_ He venido a verte, me enteré que estabas aquí.
Y cada fin de semana pasaba para seguir tomando algo juntos, y continuar compartiendo un rato agradable. Así una y otra vez, porque siempre que no estaba terminaba encontrándolo, y allí estaba yo, siempre detrás de Sebas.
Hacía unos dos meses que le perdí la pista y no sabía nada de él. Pero ese destino que siempre nos sale al paso, hizo que hace unos días encontrara en la calle a su novia, y le pregunté por él. Me dijo dónde estaba, y yo como siempre fui en su busca.
Cuando entré en la pequeña calle donde se encontraba el local, tuve que mirar uno a uno porque no había preguntado el nombre. Y de pronto, allí estaba él, de pie en la puerta. Cuando me vio, su cara se iluminó con una gran sonrisa.
_ Sebas: ¡Hola, qué sorpresa!
_ Yo: Venía buscándote, sabía que estabas en esta calle, pero no sabía dónde.
_ Sebas: ¿Y cómo te has enterado esta vez?
_ Yo: Me lo dijo tu chica, la encontré hace unos días.
_ Sebas: No me ha dicho nada, pero me alegra verte. Como siempre, me has encontrado.
_ Yo: Ya sabes que siempre te encontraré, y ahí estaré tomándonos nuestras cervezas.
_ Sebas: Pasa, además vas a conocer a más gente, ya verás.
_ Yo: ¿Ah, sí, a quién?
Y de esta forma conocí Cancook Gastro. Dentro estaba Gonzalo, un camarero de Bilbao (del mismo Bilbao), que trabajaba con Sebas cuando yo lo conocí. Y la sorpresa de Gabi, el mejor chef argentino de Zaragoza. Gabi también trabajaba en aquel primer lugar donde los conocí a todos ellos. Y ahora había decidido empezar por su cuenta, abriendo el Cancook Gastro. ¡Qué más se puede pedir!, grandes personas de nuevo juntos en un mismo lugar.
Me gustó Cancook Gastro. Un lugar con un ambiente tranquilo, moderno, exquisito, con muy buen gusto. La cocina de autor, con la mano extraordinaria de Gabi. La presentación de los platos, su elaboración, el ambiente del lugar, me atraparon.
Cancook Gastro se encuentra en la calle Moneva, en Zaragoza. Un lugar céntrico, detrás del Paseo Independencia, atravesando el pasaje Argensola. Una calle que se ha renovado con locales de este tipo, sitios chic, con muy buen gusto. Muy recomendable, y a partir de ahora uno de mis sitios habituales.
Invito a todos aquellos que quieran conocerlo, a pasar por allí. Quizá podamos compartir una copa uno de estos días, junto a mis amigos: Sebas, Gonzalo y Gabi.




 

domingo, 6 de octubre de 2013

¡Persigue tu sueño!



Desde hace unas semanas, mi vida dio un giro inesperado, o quizá no fue tan inesperado. De pronto se cerró una puerta que había estado abierta durante veintitrés años, una puerta que cada mañana traspasaba con ilusión. Pero otras personas decidieron que debía cerrarse.
Los primeros días fueron días de desorientación, supongo que eso es algo normal. ¿Y ahora qué?, esa pregunta es inevitable, y yo me la he hecho, no lo niego.
Durante unos días no he sabido contestar a esa pregunta, hasta que la niebla se ha ido disipando, y el apoyo de algunos buenos amigos me ha hecho ver lo que en realidad ya sabía. Yo misma me he preguntado: ¿por qué ahora?, ¿por qué ni antes ni después, sino ahora?, tú sabes que las cosas no ocurren porque sí, ocurren cuando tienen que ocurrir, en el momento correcto, solo tienes que saber ver el porqué.
Mi amiga María Ángeles me dijo una frase muy escuchada, pero muy real: piensa Lourdes que a veces se te cierra una puerta y se te abre una ventana.
Y sobre todo mi querida Virginia, un encanto de criatura, compañera de trabajo hasta hace unas semanas, me dijo: ¡persigue tu sueño!
Esas tres palabras fueron para mí como un pistoletazo de salida, el resorte que me hizo tomar la decisión y ver claro qué es lo que iba a hacer. Ya lo sabía, ya lo intuía cuando me hacía la pregunta: ¿por qué ahora?
Durante los años anteriores he tenido un hobby que me permitió relajarme del estrés diario que el trabajo me producía, solo era un hobby, escribir. Escribí una novela, y comencé otra que se encuentra muy avanzada.
¿Y si lo intentaba?, ¿por qué no?. ¡Persigue tu sueño!, me dije. Nadie gana si no lo intenta. Nadie lo consigue si no da un primer paso.
Desde hace unos días me encuentro revisando aquella novela que está empezada. Y hoy he querido compartir contigo, lector anónimo que estás leyendo este blog, estos planes de futuro. Y quiero compartir contigo también un pequeño párrafo de esa novela.
Ojalá esto sea el principio de un sueño increíble. Pero incluso si no es así, solo el hecho de haberlo intentado ya será suficiente recompensa.

    “Todo fin marca el inicio de algo nuevo. No siempre ese nuevo comienzo es deseado. Cuando nuestra vida está marcada por circunstancias favorables que nos hacen sentir bien, nadie desea un final. Pero todo termina, y saber aceptarlo para poder seguir adelante, es lo que nos hace más fuertes.
    Una vida tiene muchos momentos que la hacen ser única, la hacen ser nuestra vida. Ser feliz en todo este recorrido es una tarea complicada. ¿Pero qué es ser feliz? Desde luego no es el dinero, ni el poder. La felicidad solo se puede conseguir en contacto con otras personas. Son las relaciones humanas las que nos permiten llegar a un estado de bienestar personal que nos llena totalmente.
    Somos humanos y necesitamos sentirnos queridos. Incluso todo aquel que dice ser fuerte y no necesitar a nadie, no dice la verdad.
    Podemos pasar años pensando que somos felices y que no necesitamos a nadie, pero a veces llega un momento en que alguien se cruza en nuestro camino, y a partir de ese momento, todo gira en torno a esa persona. Por esa persona podemos llegar a hacer cosas increíbles que hasta el momento no hubiéramos sospechado que pudiésemos hacer. Es la fuerza que nos hace sentir vivos. Hasta entonces hemos vivido tranquilamente, y nos hemos podido sentir incluso felices, pero a partir de ese día ya nada es igual. Algunos lo llaman amor, pero también tiene otro nombre: amistad.
    No hay mayor dolor que sentir la pérdida de esa persona. Te sientes incapaz de volver a la situación anterior, cuando todavía no sabías que existía. Y entonces es cuando podemos saber hasta qué punto somos fuertes, y sobre todo hasta qué punto sabemos perdonar.
    Para ganar hay que apostar. La vida es un juego en el que tenemos que apostar. Ella apostó, y perdió.
    Y de esa pérdida surgen estas páginas. Un deseo absurdo de engañarse, de mantener una relación de amistad que ya no existe. Una válvula de escape que solamente es un bálsamo para un corazón que necesita seguir vivo para no morir.
    Ha comenzado de nuevo. Tiene mucha ilusión puesta en el futuro, pero no puede olvidar el pasado.
    Todo fin marca el inicio de algo nuevo. Este principio comienza con un final. Y el tiempo, si es magnánimo conmigo, le hará olvidar.”