Ayer
domingo volvía de viaje tras pasar el día visitando a mis padres. Eran las
siete de la tarde y ya había anochecido por culpa del cambio de hora. Me
encontraba en la A2, acercándome a la salida que me permitiera entrar en
Zaragoza. Más adelante, a mi derecha, atrajo mi atención una columna de humo
negro que se elevaba hacia el cielo. Un incendio, pensé. Y al mismo tiempo que
pensaba esto, un presentimiento me dijo: Iglesias.
Ya tomada
la salida de la autopista, el humo quedó a mi izquierda, y el presentimiento se
hizo más fuerte. Sí, aquella era la ubicación más o menos de Iglesias. También
de otras muchas naves industriales, pero de alguna forma yo supe que era un
incendio en Iglesias.
Dos horas más
tardes recibí una llamada de teléfono, era un antiguo compañero de trabajo. Me
sorprendí porque me llamara, y sobre todo que lo hiciera un domingo por la
noche. Lo hizo para explicarme que se había producido un incendio en las
instalaciones de Iglesias, y mientras lo hacía estaba llorando, porque la pena
por toda la situación lo dominaba.
Busqué la
noticia en el periódico digital, y efectivamente, allí estaba. La columna de
humo que yo vi era lo que imaginé. Mi presentimiento era cierto.
Como a mi
compañero, me embarga una gran tristeza. Iglesias es el lugar donde durante 23
años yo he trabajado. Allí me he formado profesionalmente, he aprendido muchas
cosas, he vivido momentos muy duros y otros muy gratificantes. Tuve que abandonar
las instalaciones el 31 de julio, junto con todos mis compañeros, porque se
tomó la decisión de abandonarlas y trasladarnos a otro lugar. Después perdí mi
trabajo, y no he tenido fuerzas para volver ni siquiera a ver desde fuera aquel
lugar que dejé atrás.
Este
incendio es como una puerta que se cierra definitivamente, un final
injusto para un lugar que no merecía terminar como terminó. Me siento muy
triste, de alguna forma una parte de mí seguía allí. No se puede dar carpetazo
a 23 años como si no hubieran existido. Y quizá esa conexión es lo que me hizo
presentir que era Iglesias la que estaba ardiendo, cuando ayer vi la columna de
humo.
Es muy
triste ver estos finales.