domingo, 13 de octubre de 2013

CANCOOK GASTRO




La vida está hecha de pequeños momentos en los que compartir una copa con algún amigo, volver a encontrar a personas a las que aprecias, y sentir su calor, su sonrisa y su cariño, no tiene precio.
Ayer, durante el día del Pilar, fui en busca de un amigo. Y me encontré con una sorpresa.
Me gusta salir, tomar unas cervezas, hablar con la gente, reír con ellos y sentir que la vida es una maravilla cuando se puede compartir de esta forma. Hay unos cuantos lugares donde soy habitual, por ellos, por la gente. Esas personas que están detrás de la barra, y que se alegran al verme llegar, que me saludan y me preguntan por la semana, que comparten conmigo unas horas donde todos somos un poco más felices. Pero en algunas ocasiones, llegas un día y alguien falta. Esto es lo que me ha pasado en varios momentos con Sebas.
Conocí a Sebas hace ya algunos años, cuando era camarero en uno de los lugares que yo frecuentaba cada fin de semana. Es una persona increíble, muy profesional, y con una sonrisa siempre dibujada en su cara. El día que llegué como siempre, y no lo vi, supe que ya no trabajaba allí, y me sentí muy triste porque ya no sería lo mismo. Pero el destino quiso que pudiera conocer dónde se encontraba entonces. Recuerdo su sonrisa cuando me vio entrar, y su pregunta: ¿qué haces aquí?
_ He venido a verte, me enteré que estabas aquí.
Y cada fin de semana pasaba para seguir tomando algo juntos, y continuar compartiendo un rato agradable. Así una y otra vez, porque siempre que no estaba terminaba encontrándolo, y allí estaba yo, siempre detrás de Sebas.
Hacía unos dos meses que le perdí la pista y no sabía nada de él. Pero ese destino que siempre nos sale al paso, hizo que hace unos días encontrara en la calle a su novia, y le pregunté por él. Me dijo dónde estaba, y yo como siempre fui en su busca.
Cuando entré en la pequeña calle donde se encontraba el local, tuve que mirar uno a uno porque no había preguntado el nombre. Y de pronto, allí estaba él, de pie en la puerta. Cuando me vio, su cara se iluminó con una gran sonrisa.
_ Sebas: ¡Hola, qué sorpresa!
_ Yo: Venía buscándote, sabía que estabas en esta calle, pero no sabía dónde.
_ Sebas: ¿Y cómo te has enterado esta vez?
_ Yo: Me lo dijo tu chica, la encontré hace unos días.
_ Sebas: No me ha dicho nada, pero me alegra verte. Como siempre, me has encontrado.
_ Yo: Ya sabes que siempre te encontraré, y ahí estaré tomándonos nuestras cervezas.
_ Sebas: Pasa, además vas a conocer a más gente, ya verás.
_ Yo: ¿Ah, sí, a quién?
Y de esta forma conocí Cancook Gastro. Dentro estaba Gonzalo, un camarero de Bilbao (del mismo Bilbao), que trabajaba con Sebas cuando yo lo conocí. Y la sorpresa de Gabi, el mejor chef argentino de Zaragoza. Gabi también trabajaba en aquel primer lugar donde los conocí a todos ellos. Y ahora había decidido empezar por su cuenta, abriendo el Cancook Gastro. ¡Qué más se puede pedir!, grandes personas de nuevo juntos en un mismo lugar.
Me gustó Cancook Gastro. Un lugar con un ambiente tranquilo, moderno, exquisito, con muy buen gusto. La cocina de autor, con la mano extraordinaria de Gabi. La presentación de los platos, su elaboración, el ambiente del lugar, me atraparon.
Cancook Gastro se encuentra en la calle Moneva, en Zaragoza. Un lugar céntrico, detrás del Paseo Independencia, atravesando el pasaje Argensola. Una calle que se ha renovado con locales de este tipo, sitios chic, con muy buen gusto. Muy recomendable, y a partir de ahora uno de mis sitios habituales.
Invito a todos aquellos que quieran conocerlo, a pasar por allí. Quizá podamos compartir una copa uno de estos días, junto a mis amigos: Sebas, Gonzalo y Gabi.




 

No hay comentarios:

Publicar un comentario