Cito
fuentes del periódico El País: El Banco de España da por acabada la recesión más larga en
democracia: El supervisor del sector financiero estima que la economía
creció un 0,1% entre julio y septiembre, tras nueve trimestres en retroceso.
Me indigna
esta fiebre de optimismo desbordado con el que hoy nos están bombardeando en
todos los medios de comunicación. Me indigna la rotundidad con la que el Banco
de España da por cierto y seguro algo tan débil. Y me indigna, no porque esté
en contra de que la recuperación llegue por fin, que por supuesto la deseo. Me
indigna porque no sé a quién se pretende engañar, o qué se nos pretende vender.
¡Bueno, puedo imaginarlo!
En
primer lugar, todo buen analista debe saber que para afirmar con rotundidad este o cualquier otro dato económico, debe observarse una tendencia continuada
durante un periodo de tiempo más o menos prolongado. La cifra de un crecimiento
de un 0,1% en un trimestre, tras nueve trimestres en retroceso, no cumple ni
mucho menos con la norma.
En
segundo lugar, me indigna escuchar la noticia como si este levísimo repunte
puntual hubiera solucionado de golpe todos los problemas que acucian a este
país. Como si todos los miles de personas que se encuentran en una situación
desesperada hubieran encontrado de golpe la panacea para todos sus males, y ya
no tuvieran que quejarse por nada. Y es que me preocupa que la euforia que se
quiere transmitir, termine convirtiendo a miles de personas en proscritos, por
no decir en un estorbo. Cuando en realidad, el principal objetivo debería ser
el de crecer para que todos ellos vuelvan a integrarse en una sociedad donde se
sientan dignos y respetados.
Y
cuando hablo así me estoy refiriendo: a los cientos de desahuciados de sus casas;
a las miles de personas que han pasado de tener un plato en su mesa, a tener un
hueco en la mesa de la casa de caridad; a los miles de padres que conservando todavía
su casa y su plato, tienen que mirar a sus hijos con tristeza porque ya no hay
ningún ingreso, y no saben durante cuánto tiempo podrán mantener esa situación;
a las miles de personas que viven angustiadas porque el desempleo los ha
alcanzado, y por su edad o por sus circunstancias solo reciben un no por
respuesta ante su búsqueda incansable; a los cientos de personas que se están viendo
obligados a pedir una limosna en la calle, en esa calle por la que hasta hace
unos meses ellos paseaban del brazo o de la mano de su mujer o de su marido en
una tarde de domingo, sin imaginar que un hueco en la misma les estaba
reservado; y a tantas y tantas personas que por uno u otro motivo han caído en
la redes de lo que llamamos crisis, fraude, etc, etc.
Y todo
esto es lo que me indigna cuando hoy escucho lanzar las campanas al vuelo tan
alegremente. Porque no tengo ninguna duda de que esta noticia es en realidad una
estrategia muy oportunista por parte de un gobierno que ha demostrado ser
incapaz, no solo de solucionar los problemas con los que se encontró, sino que
los ha agravado a un nivel como nunca antes habíamos conocido. Ojalá llegue ese
fin de la recesión, lo deseo de verdad. Pero que llegue para todos.
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