Hace un tiempo,
alguien que tuvo la valentía de dar el paso para crear una empresa e intentar
sacar adelante un proyecto, me dijo que lo más importante para que ese proyecto
tuviera éxito no era tener un local bien ubicado, ni era el dinero para
comenzar. Todo eso es importante, por supuesto. Pero lo importante, me dijo, es
el capital humano. Sin las personas que lo hagan posible, ningún negocio saldrá
adelante. Ningún buen empresario podrá llegar a ninguna parte sin sus
empleados.
Resulta
paradójico que siendo esto cierto, y probablemente estando de acuerdo con ello,
sin embargo nos encontremos cada día con un recurso totalmente devaluado. Nuestros
gobernantes, las leyes, la situación económica, etc, etc, están llevándonos a
un punto en el cual el capital humano está siendo tratado como si fuera algo
prescindible. Y lo que es peor, como si fuera algo sin valor. Se está jugando
con las personas como si fuesen una mercancía más de todo el proceso
productivo. Reducir el costo de personal se está convirtiendo en uno de los
principales retos de muchas empresas, con el fin de alcanzar el objetivo de la
obtención de resultados positivos.
Y eso me
lleva a preguntarme muchas veces: ¿por qué se actúa siempre como si el capital
humano fuese el culpable de todos los problemas de la empresa? ¿Por qué cuando
llegan los problemas nos olvidamos tan rápidamente del esfuerzo que ese capital
humano ha realizado antes, y casi con seguridad ha permitido el crecimiento de
una empresa en el pasado?
Sin duda el
capital humano es el recurso más importante dentro del tejido empresarial, y al
mismo tiempo es el recurso más vulnerable y más castigado. Por no decir que
también el más despreciado.
Se está
luchando contra la fuga de capitales. Pero ¿qué se está haciendo contra la fuga
de talentos? Qué se está haciendo para que cientos de jóvenes muy preparados no
tengan que huir hacia otros países donde se van a desarrollar profesionalmente,
y donde por supuesto contribuirán al crecimiento económico de esos países?
NADA, eso es lo que se está haciendo: NADA
Luego nos
quejamos: que la crisis nos castiga, que la situación macroeconómica mundial es
desfavorable, que las instituciones europeas nos marcan las pautas, etc, etc.
Dejemos de
echarle la culpa a los demás y miremos hacia nosotros mismos. Reducimos al
máximo nuestras plantillas amparándonos en una ley que nos favorece, y queremos
que el consumo de los servicios y productos que fabricamos o comercializamos
aumente. No lo sé, pero en esta ecuación hay alguna variable imposible de
calcular.
Son muchos
los modelos económicos que se han diseñado y planteado a lo largo de la
historia. Pero hay algo que es invariable: para que la demanda aumente debe
aumentar la renta, para que el consumo se active debe aumentar la capacidad adquisitiva
de los consumidores.
Y el 80% de
esos consumidores en cualquier lugar, está formado por ti y por mí y por miles
y miles de personas individuales. Esas personas que están siendo devaluadas,
ignoradas, y tratadas como algo sin valor.
El capital
humano es el principal recurso en cualquier economía. Es el único recurso que
puede tener voluntad propia para conseguir lo posible y lo imposible. Mientras
esto no cale hondo en las mentes de los legisladores, y en la mente de muchos
empresarios, la situación económica no mejorará.
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