Hoy me
preguntaba, sin poder evitarlo: ¿soy una persona normal? Y ésta no es una pregunta gratuita. Me lo
pregunto realmente porque cada día parece que hacer las cosas que yo hago, es
una rareza. Es algo que sólo hacen las personas sin ambición.
Y por eso
me he puesto a repasar mentalmente todo aquello que conforma mi vida a grandes
rasgos.
_ Tengo una
casa normal
_ Tengo un
coche normal
_ Tengo un
trabajo normal
_ No tengo
a nadie que conduzca mi coche
_ No tengo
a nadie que prepare la comida en mi cocina, de hecho no tengo a nadie que haga
nada en mi casa.
_ Me muevo
por la ciudad en bus o en tranvía
_ Cuando
salgo de viaje, lo hago en clase turista
_ Cuando me
alojo en un hotel, lo hago en habitaciones normales
Y así
podría seguir con la lista, pero ¿para qué?. Está claro, soy una persona muy
normal, y esto hoy en día ya no sé si es sinónimo de persona sin ambición.
Es cierto
que la ambición, la avaricia, incluso la avaricia desmedida siempre han
existido. Pero últimamente parece que estas características humanas estén de
moda. Y parece que sólo quienes las practican sean dignos de admiración.
Y por eso
en una tarde ociosa, finalizando mis vacaciones y pensando en tener que volver
al trabajo para seguir ganándome la vida, me he puesto a pensar en todo esto, y
a escribir sobre ello.
En realidad
nunca he podido entender que puede llevar a una persona a ambicionar todo, y
cuando lo tiene todo, a seguir ambicionando más y más. ¿Realmente estas
personas se paran a pensar en algún momento que la vida es para vivir cada
minuto, cada segundo con intensidad? ¿Y que para hacerlo no se necesitan tantas
cosas ni tanto dinero? A veces pienso que el ansia de dinero les llega a nublar
la visión de lo que realmente es la vida, y entonces me dan pena. Sí, pena.
Aunque
también hay que distinguir entre dos categorías de ambición.
Por una
parte están aquellos que han conseguido mucho con su trabajo, su esfuerzo, y sobre
todo su iniciativa. Ésta y sólo ésta es la ambición que todos deberíamos tener,
ésta es la ambición positiva, la que admiro. La ambición del emprendedor, del
triunfador.
La otra es
la que me repugna. Y en realidad no debería llamarla ambición, sino avaricia. Estas
personas que son capaces de pasar por encima de las leyes y de las
instituciones para acaparar riqueza sin control, sin medida. Estos que se
rodean de una parafernalia de respeto y dignidad, y que en realidad son burdos
delincuentes. Estos son los que me dan pena, sí pena. Y no lo digo en el
sentido literal de la palabra. Desde luego se han merecido su situación actual.
Digo pena en el sentido de que para vivir como quieren, para sentirse poderosos
y envidiados han tenido que recurrir a ser unos vulgares ladrones. ¡Qué pena
que nunca hayan podido saber lo que es disfrutar de la vida de verdad! , de
esos pequeños momentos, esos pequeños detalles que son los que hacen que la
vida sea lo más bonito del mundo.
Y de estos
hay muchos, todos ansían lo mismo, ninguno tiene límite a su avaricia. Aunque
todos no llegan a acumular lo mismo. No porque no quieran, sino porque no
pueden. Pero todos son iguales.
Yo he
conocido a algunos, no a los grandes, pero he conocido a algunos. Se creen los
amos del mundo porque pueden tener cosas que el resto de los mortales no
tenemos. Alardean de ellas, y sobre todo alardean de sus “amigos”, esos que les
hacen la pelota, parece que les quieren mucho, salen en las fotos con ellos,
les invitan a comer en grandes restaurantes, les regalan grandes viajes.
Pero cuando
esos avariciosos caen, por una circunstancia o por otra, entonces de pronto se
quedan solos. Ninguno de esos “amigos” está entonces cerca para salir en la
foto, porque ya no hay fotos, ni para tenderles una mano. Tiene que ser muy
triste esa soledad. Sí, realmente qué triste es.
¡Cuánto me
alegro de ser una persona normal! Ojalá siempre sea una persona normal.
Y ahora me
voy a tomar unas cervezas con mis amigos normales, en un lugar normal, pasando
un rato normal.
No, eso no.
Pasando un rato fenomenal, ése que sólo las personas normales podemos pasar.
Porque esto es la verdadera vida, la vida que merece la pena. La vida que me
gusta vivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario