viernes, 16 de agosto de 2013

Pues a mí me gusta (1)


Vivo en Zaragoza desde hace casi 32 años. He visto cambiar a esta ciudad que amo, y tengo que decir que me gusta el cambio. Cuando llegue, ufff, hace una vida, esta me parecía la ciudad más interesante que había conocido. En todos estos años la he visto cambiar, la he visto crecer, la he visto adaptarse a los tiempos. En definitiva, la he visto convertirse en una ciudad moderna, y eso me gusta.

Y a lo largo de todo este proceso he escuchado muchas críticas. Porque a nadie le gusta que le cambien las costumbres, las rutas por las que circula con comodidad cada día en su coche. He escuchado críticas contra las grandes aceras del Paseo Independencia, críticas contra las aceras de Paseo Echegaray a la orilla del Ebro, críticas contra la peatonalización de la Calle Alfonso, críticas por el paseo central de la Gran Vía, críticas porque ya no se puede aparcar en la plaza de la Romareda. Críticas y más críticas cada vez que se recuperaba una parte de la ciudad para los ciudadanos. Y la última de todas, las críticas contra el tranvía.

He conocido ciudades por las que circula el tranvía, y me gustaba verlo llegar, atravesar sus calles despacio mientras los ciudadanos paseaban por ellas. Me gustaba ver la estampa del tren siguiendo las vías, su figura estilizada. Y sentía envidia porque ellos podían disfrutar de esa escena que a mí siempre me parecía bucólica.

El tranvía rojo circulando por Estambul, haciendo sonar su campana. La vista del tranvía en el centro de Zagreb, pasando junto a las terrazas y las plazas de su centro histórico. El tranvía en Praga, dándole un aire de ciudad monumental. Y siempre he sentido un poco de envidia, envidia sana, pero envidia por esa estampa que me gustaría ver en la ciudad que me adoptó hace años.

Por eso ahora que ese tranvía también pasa a mi lado cuando en un día festivo paseo por las grandes aceras del Paseo Independencia, cuando lo veo girar en la Plaza España y perderse por el Coso, cuando cruza el Puente de Santiago sobre el río Ebro. Me gusta su estampa, y me gusta la ciudad con su nuevo aire.

Lo siento por los que no están de acuerdo, pero a mí me gusta.

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