Sí, por supuesto que se equivocó Sr. Rajoy. Y como persona que
es, admito que todos nos equivocamos, y como todos, tenemos derecho a ser
perdonados cuando nos equivocamos y pedimos perdón.
Pero en esta vida, las equivocaciones, determinadas
equivocaciones, tienen un precio. Y ese precio se debe pagar. Lo hacen muchas
personas anónimas cada día. Algunas saltan a los medios de comunicación, como
el maquinista del tren que en estos días está en candelero. Otros continuarán
en el anonimato público. Pero le aseguro que muchos ciudadanos cada día, pagan
sus equivocaciones, y el precio es muy alto en muchos casos.
Y su equivocación tiene un precio, se llama responsabilidad
política. Y se llama así, para usted, para otros que vinieron antes, y para los
que vengan después. Imagino que sabe lo que eso quiero decir, porque lo imagino
inteligente.
Por eso hoy estoy cabreada. Y lo estoy porque no me gusta
que me tomen el pelo. No me gusta que me intenten vender algo que yo no he
pedido. No me gusta que me intenten cambiar el guion con historias que por
supuesto nos interesan, y me interesan, pero todo en su momento, y cada momento
para lo suyo. La situación económica me importa, y mucho, no le quepa ninguna
duda. Pero hoy el guion era otro, o debía ser otro. Lo que he escuchado,
solamente ha sido una burda maniobra de despiste, y eso me cabrea. Como imagino
a cabreado a muchos otros ciudadanos.
Estoy cabreada porque estoy cansada de ver cómo cambian la
tabla de medir. Y eso lo hacen todos, sin excepción. A mí me gusta hablar muy
claro para que todo el mundo me entienda, y siempre he dicho que si todo lo que
está pasando hubiera ocurrido en otro partido, sin mover ni un punto ni una
coma, si hubiera ocurrido exactamente lo mismo, el discurso que ahora estamos
escuchando sería completamente diferente. Igual que sé que otros harían el
mismo discurso que usted si estuvieran en el gobierno. Y eso me cabrea muuuuuuuucho. ¿Y sabe por qué?
Porque yo siempre he pensado que cuando algo es correcto, lo es con
indiferencia de quién lo haga. Y cuando algo no es correcto, lo es con
indiferencia de quién lo haga. Y si esto
se lo saltan según las circunstancias, o según sea el sillón en el que se
sientan, entonces pierdo la confianza.
Y puedo asegurarle que en este momento he perdido la confianza
en cualquier político, sea del color que sea. Van a tener que trabajar mucho y
duro todos ustedes para que yo recupere esa confianza. Y seguro que como yo hay
muchos, muchísimos ciudadanos.
Y como hoy me quiero ceñir al guion del día, no voy a entrar
en temas económicos. De esos hablaremos otro día, porque me interesan y mucho.
Pero hoy el tema a tratar es otro, y usted lo sabe, lo sabía y se ha salido por
la tangente, y eso me incomoda como ciudadana que se siente engañada. Como
ciudadana que cree intentan venderle gato por liebre.
Y es que incluso dándole el beneficio de la duda, su
equivocación tiene un precio: responsabilidad política.
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