martes, 13 de agosto de 2013

Felicidades, papá


Hoy es el cumpleaños de mi padre. Cumple 80 años. Se me ha hecho mayor sin apenas percibirlo. Desde hace tiempo me doy cuenta de que cada día está más encorvado, que el peso de los años y del trabajo lo están venciendo. Ya no es aquel hombre alto y delgado, y guapo. Pero sigue siendo la misma persona que ha sido siempre, una gran persona y un gran ser humano.

Yo no heredé ni su altura ni sus rasgos estilizados que lo hicieron un hombre guapo en su juventud, pero sí heredé su corazón. En ese sentido somos iguales, y él lo sabe. Yo siempre sé cómo va a actuar, siempre con justicia, siempre con respeto hacia los demás. Mi padre es una persona que siempre ha pensado más en los demás que en él mismo. Siempre ha dado más que ha recibido. Siempre ha dado sin esperar nada a cambio. Mi padre es un hombre justo, pero también es humano, y en ocasiones se ha equivocado. Y cuando esto ha ocurrido, lo ha sentido más por los demás que por sí mismo. Le ha preocupado más el daño que haya podido causar, que el daño que él mismo ha sufrido. Y todos estos valores me los ha transmitido, y yo me siento muy orgullosa de él y de todo lo que me ha enseñado.

Mi padre es muy inteligente, pero no pudo estudiar. Por eso sé que se siente muy orgulloso de mí. Sé que hizo un gran esfuerzo para que yo pudiera estudiar, que se privó de muchas cosas para que yo hiciera realidad mi deseo. Y por eso siempre le estaré agradecida. Él siempre trabajó de sol a sol, impenitente hiciera frio o calor. Le tocó vivir una época ingrata, y un trabajo muy esforzado, y yo nunca le escuché quejarse, ni maldecir por su suerte. Él me enseñó a aceptar lo que a cada uno le toca. A luchar también, pero a luchar de forma limpia, sin perjudicar a nadie para llegar más lejos.

Mi padre era agricultor hasta que se jubiló, y yo estoy muy orgullosa de él. El sol, la nieve, el viento, el frio y el calor no pudieron nunca con él, pero hoy el tiempo lo ha encorvado. Me duele cuando lo veo caminar despacio apoyado en un bastón. Me duele cuando me dice que se le va la cabeza, que las piernas parece que algún día no lo sostienen. Me duele cuando lo veo asustado, porque sabe que el tiempo es implacable, y que ya no podrá caminar erguido, alto y delgado como él siempre ha sido.

Te quiero mucho papá. Gracias por ser como eres, y por haberme enseñado a mí a ser como soy, a ser como tú.

Felicidades, hoy cumples 80 años. Eres el mejor padre del mundo. Eres mi padre.

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