En los últimos días he tenido que
trasladarme a otro centro de trabajo y dejar atrás el lugar donde he
desarrollado mi carrera profesional prácticamente desde el principio. La
sensación que experimenté el último día me sorprendió.
Era como si no hubiese pasado el
tiempo, como si aquel primer día en el que llegué hubiese sido ayer, y sin
embargo han pasado 23 años. 23 años en los que he crecido personal y
profesionalmente, pero sobre todo 23 años en los que he aprendido muchísimo, y
en los que he conocido a personas que nunca olvidaré.
Y cuando pensaba en todo esto, me
veía aquel primer día cuando llegué con mucha ilusión y más miedo. Hacía poco
que había terminado mis estudios en la facultad de económicas, tenía un título
que me acreditaba (burroconomista, como decía mi tío Pedro, te mando un saludo
tío), sin embargo yo tenía la sensación de que quizá no sabía suficiente.
Imagino que ese miedo lo tendremos todos nuestro primer día.
Ahora me parece anecdótico, pero
aquel primer día no sabía realmente por dónde tenía que empezar. Cuando el
gerente me entregó el Plan Contable de la empresa para que me familiarizara con
él, yo pasé la mañana entera echando de menos aquellos enunciados que tenía en
la facultad. Eran complicados, eran rebuscados, pero al menos tenía todo el
problema allí, acotado. Sin embargo ahora ¿dónde estaba mi enunciado? ¿Por dónde
tenía que empezar? ¡Qué diferente era la realidad a todo lo que yo había
aprendido!, y eso me hizo dudar de si realmente estaba preparada, si realmente
sabía lo que tenía que saber.
No sé si estas dudas son
normales, creo que en realidad le pasa a todo el mundo cuando se enfrenta por
primera vez a su futuro profesional. Yo recuerdo muy bien aquel primer día,
sin embargo no recuerdo todo lo que siguió, y no lo recuerdo porque simplemente
comencé a trabajar, a involucrarme, y sin saber cómo, todo fue rodado. Porque
realmente sí estaba preparada. Y cada día vas creciendo profesionalmente, vas
aprendiendo, porque es un aprendizaje continuo. Vas ganando confianza a medida
que sabes lo que quieres conseguir y cómo hacerlo. Pierdes de vista el enunciado
que tanto me preocupaba, porque ese enunciado ya no es algo estático, sino algo
en continua movilidad que te hace estar muy atenta, pero sobre todo que te hace
sentirte muy segura de ti misma, porque sabes que conoces la empresa, y conoces
de dónde partes y a dónde quieres llegar. Pero sobre todo porque conoces cuál
es el camino a seguir para conseguirlo.
Aunque lógicamente en este camino
nunca he estado sola. En esta profesión es fundamental contar con unos buenos
asesores que te ayuden. Yo tuve la suerte de contar con algunos de los mejores,
y francamente me enseñaron muchísimo. Junto a ellos aprendí más que nunca. Nos
enfrentamos a inspecciones de hacienda brutales, y salimos bastantes bien
parados. Conseguimos grandes logros donde parecía que todo estaba perdido.
En una de las últimas ocasiones
en las que ganamos, tomando un café, le dije a Francisco:
Lou: no puedo creer que tenga tanta
suerte, esto era muy difícil y lo hemos salvado
Fco: la suerte no se encuentra, la
suerte se gana trabajando bien, y tú lo haces
Os echo de menos, fuisteis los
mejores asesores que nunca he tenido, y que probablemente nunca tendré. Y aunque
yo quería hablar del miedo a ese primer día que te enfrentas a tu profesión, he
terminado recalando en vosotros, que tan fácil me hicisteis todo. Con vosotros
cerca el Derecho era más ameno, y sobre todo hacíais fácil el Fiscal y el
Mercantil.
Gracias a todos: Francisco,
Antonio, Juan, Eduardo, Carlos, Ángel, Nacho, Curro, Nuria
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