Probablemente mucha gente que
pueda leer esto, no estará de acuerdo conmigo; incluso es posible que me gane
algún enemigo. Pero la verdad, a estas alturas de la vida he visto, he vivido,
y he entendido tantas cosas, que me da igual lo que puedan pensar. Es más, me
gusta tener quien se oponga a mis ideas. Quizá esté equivocada, o quizá no. Lo
único que sé es lo que pienso, lo que creo, y lo que me gustaría, aunque sea una
utopía. Y desde luego, no voy a callar.
Nunca he sido racista. Nadie me
ha escuchado hablar nunca en contra de las personas desfavorecidas que de forma
desesperada buscan un futuro mejor para ellos y para su familia. Siempre he
pensado que todos, sin excepción, tenemos derecho a ese futuro mejor. Y cuando
digo todos me refiero a todos, vengan de donde vengan, hablen el idioma que
hablen, sean del color que sean, y tengan las costumbres que tengan. Como ya se
habrá supuesto, quiero hablar de la inmigración, de los subsaharianos, de la valla,
y de la madre que pario a todos los que no hacen nada. Hace un mes fueron 15
personas ahogadas, todos los días personas heridas; hoy me he estremecido con
la imagen de una persona con el brazo abierto. Y así día tras día, y año tras
año. Y lo peor de todo es que hay muchas personas, muchas, a los que le da
igual. Muchos piensan, y eso lo he escuchado yo y lo habéis escuchado todos,
que ellos se lo buscan, que se queden en su país, que aquí no hay sitio para
ellos.
Desde luego, hay un problema. Y
el problema no se resuelve cerrando los ojos, no haciendo nada, o
devolviéndolos en caliente como el que lanza una pelota. Hay un problema que
nos afecta a todos, no solo españoles, a todos los países que nos llamamos
civilizados. Y resolver ese problema es deber y responsabilidad de todos. Estoy
de acuerdo en que no se puede dejar la puerta abierta, pero no porque vayan a
entrar avalanchas, sino porque el problema es más profundo, y requiere la
participación de todos los gobiernos. Aunque me temo que ese es el verdadero
problema, que a ninguno le interesa escatimar esfuerzos en resolverlo.
Ayer pensaba e imaginaba todo
esto haciendo el símil de lo que ocurrió en el Titanic. Este barco en el que
estamos todos, nos guste o no, es un barco donde algunos van en camarotes de
primera y otros viajan en las bodegas. Pero no olvidemos que si el barco se
hunde nos hundimos todos. ¿No es más sencillo unir fuerzas para remar todos en
la misma dirección?
Que el destino, o no tanto el
destino, haya hecho que algunos países vivan en condiciones deplorables, no es
motivo para decir: a joderse con lo que te ha tocado.
Creo que si todos los países del
llamado primer mundo lo quisieran, podrían conseguir un desarrollo creciente y
uniforme en los países desfavorecidos, de forma que las desigualdades que
llevan a miles de personas a lanzarse a un futuro incierto, desaparezcan. Pero
claro, este es el verdadero problema. Nadie lo va a hacer, no interesa, no
vende, no ganamos nada. Al contrario, muchos piensan que para igualarnos
tenemos que perder, y aquí nadie pierde nada, ni la vergüenza. Por desgracia
vivimos en un mundo en el que cuando hemos tenido que aprovecharnos de ellos,
esquilmarles sus riquezas, a saco. Pero cuando se trata de ayudar a crecer y
equipararnos en bienestar, entonces hostias, a ver si yo voy a perder.
La solución no es poner
cuchillas, ni lanzar pelotas de goma, no es enviar más refuerzos a las
fronteras, ni devolverlos por la puerta falsa. Porque la desesperación no
conoce el miedo, y volverán a intentarlo una y otra vez. La solución está en la
decisión firme de todos los gobiernos desarrollados de conseguir un mundo donde
todos los países tengan un crecimiento uniforme. Sé que no es fácil, ni
siquiera sé cómo hacerlo, pero sí sé que ni se intenta ni interesa. Es más fácil
dejar todo así, para que el odio y la xenofobia crezca entre una gran parte de
la población mundial ante un hecho que si nos ocurriera a nosotros, veríamos
lógico luchar por una vida mejor.
Una vez escuché algo que es
cierto y muestra la hipocresía de mucha gente: si te rompes los ligamentos
cruzados por correr detrás de un balón, te abren la puerta de cualquier país y
te hacen rico; si te los rompes por correr hacia una valla, te disparan, te
hieren, y te devuelven por donde has venido para que te busques la vida en la
selva.
Sigo pensando que este planeta es
un barco en el que todos navegamos hacia un mismo destino, y vayamos en primera
o en la bodega, si nos hundidos nos ahogamos todos.
Y hoy no estoy criticando al
gobierno actual, estoy criticando a todos los gobiernos de todos los colores.
Porque en esto todos son iguales: demagogia cuando están en la oposición y cero
esfuerzos por solucionar el problema en origen cuando están en el gobierno.
Aquí y en todas partes.
Ni siquiera sé si he sabido
transmitir lo que quería y lo que pensaba, aunque creo que me he acercado
bastante.
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