Después de una semana muy jugosa escuchando las opiniones de
nuestros políticos y personajes no políticos, y una vez que la resaca y el
“susto” ya se han ido reposando, creo que ha quedado bastante claro quién es
quién.
Después de observar y escuchar a unos y a otros, hay dos
palabras con las que puedo resumir mi percepción: frustración y decepción.
Lo de la frustración ya lo esperaba. Sabía que muchos dirían
lo de siempre, valorarían los resultados como siempre, y seguiríamos como
siempre.
Lo de la decepción ya me ha sorprendido más, porque
honestamente, no lo esperaba de tantos, de muchos, ni de algunos. Como escribí
hace unos días en un tuit, el domingo ocurrió algo que ha hecho que muchos se
quiten la careta y veamos quién hay realmente debajo. Me he sentido muy
decepcionada con personas a las que yo consideraba demócratas, y que sin
embargo han demostrado no respetar una decisión democrática.
Sé que es muy fácil desacreditar, tirar mierda y salpicar.
Pero respetemos a cada uno cómo es, cómo piensa, cómo vive, y sobre todo
respetemos las decisiones democráticas. Porque si no lo hacemos, nos cargaremos
el sistema.
Me ha sorprendido mucho escuchar hablar sin cesar de
populismo, de bolivarismo, de flor de un día, de frikis, de coletas, de
capuchas, de ropa barata, etc, etc. Y digo yo, ¿y qué?
La cuestión principal, la única creo yo, es. ¿Por qué ha
ocurrido esto? Porque realmente no ha sido porque sí; la gente no se ha vuelto
loca, o lo que es peor, gilipollas. La gente sabe muy bien lo que hace.
Sospecho que todos los que ahora desacreditan y difaman no se han hecho
realmente la pregunta que deben hacerse: ¿qué hemos hecho tan mal para que haya
ocurrido esto?
Y es que la culpa no es de quienes han votado, ni de los que
han sido votados. La culpa es de quienes han hecho las cosas tan pésimamente
mal (unos, otros y todos), que han llevado a muchos a un callejón sin salida.
Pero esto no lo reconocerán nunca. Es más fácil difamar.
Me reía hace unos días escuchando a Rajoy en uno de los
mítines cuando delante de los suyos (los únicos que acuden a estos eventos),
preguntaba emocionado: ¿verdad que todos estamos muy contentos con lo que este
gobierno ha hecho?, y la masa respondía, siiiiiiiiiiiiiii. Me reía porque
pensaba: no señor Rajoy, esa pregunta hay que salir a la calle y hacerla con el
mismo entusiasmo, a ver qué respuesta recibe. Pero claro, para eso no hay lo
que hay que tener. Pues bien, ya han dado la respuesta.
Pero en fin, lo de estos lo esperaba. Sin embargo la reacción
de los que se encuentran en el otro lado de la balanza me ha decepcionado y
mucho. Sobre todo porque no esperaba lo que he escuchado.
¿Qué ha pasado esta semana entre todos los políticos?, pues
humildemente pienso que se han acojonado. Sí, están acojonados y no poco.
Acojonados porque se han dado cuenta de que la gente puede
hacer cambiar el status en el que estaban apoltronados, y esa gente tiene mucha
fuerza. Se han dado cuenta de que ya no se puede seguir engañando, que hay
muchos jóvenes a los que se está menospreciando y ninguneando, y eso tiene un
precio que van a tener que pagar.
Hay cosas que de verdad me han hecho reír esta semana. Y es
que cuando no hay argumentos, se pasa a decir tonterías muy fácilmente. ¿Por
qué es tan gracioso que alguien compre la ropa en un gran almacén?, ¿se han
preguntado las miles de personas que lo hacen?, incluso las miles de personas
que ni eso, que tienen que comprarla en un mercadillo de segunda mano, o ni
eso, que tienen que pedirla en una casa de caridad. Si ese detalle de la ropa
es tan importante, entonces estáis despreciando a muchos a los que no tenéis
ningún derecho a despreciar. Luego pasa lo que pasa y os acojonáis.
En alguna ocasión he escuchado decir que no hay nada más
peligroso que aquello que no puedes evitar y que tú nunca harías. Y digo esto
por un detalle que creo ha molestado muchísimo a toda la clase política que
vive en un nivel acomodado (políticos de todos los colores). De esto no se ha
hablado casi nada, pero seguro que ha molestado mucho, y probablemente ha
desatado muchas de las críticas absurdas que hemos escuchado.
Voy a explicarlo con un ejemplo de algo que a mí me ocurrió
hace unos años. Siempre he sido una persona muy responsable en mi trabajo, y
cuando algo había que hacerlo, se hacía sin mirar las horas ni los días. Muchos
sábados he pasado trabajando cuando no tenía que hacerlo. Uno de esos días
apareció junto a mi mesa uno de mis compañeros y me dijo: haz el favor de no
venir más a trabajar un sábado, si lo haces nos dejas mal a los demás que ni
venimos ni vamos a venir, así que quédate en tu casa y todos salimos ganando.
Lógicamente no le hice caso. Me considero libre para tomar mis decisiones, y
los demás son libres para tomar las suyas.
Pues esto mismo creo que ha ocurrido con el detalle de
renunciar a cobrar un sueldo de 8.000€ y cobrar 1.900€. Jode mucho, seguro.
Porque es muy fácil ser un demagogo y después tener el bolsillo bien surtido.
Porque ninguno tiene lo que hay que tener para hacerlo también. Y si me
equivoco rectificaré.
Por eso creo que hay mucho acojono. Porque luchar contra
decisiones libres y voluntarias que uno nunca tomaría, jode mucho. A ver si por
tu culpa vamos a palmar todos. O vamos a parecer malos los demás.
Pues esto es lo que hay. Algo ha cambiado porque tenía que
cambiar. Y creo firmemente en que los grandes cambios los provocan las personas
pequeñas. Para que unos ganen pierden otros. Sí, por supuesto. Al fin y al cabo
lo mismo que ahora; pero cuando cambian las personas que están en un lado y en
el otro, jode mucho, porque no es lo mismo. Pero esto es una democracia, y
espero que sea así siempre.
Por cierto, este rollaco lo he empezado a escribir esta
mañana, después he salido a tomar unas cañitas con una amiga. Hemos hablado de
una persona a la que ella conoce. Me ha dicho que es un chico muy inteligente,
un luchador. Espero de verdad que así sea porque lo necesitamos. Él, al igual
que ella, viven atados a una silla de ruedas. Hemos hablado de Pablo Echenique.
¡Suerte Pablo!