sábado, 17 de mayo de 2014

Me confieso y perdonado



Me fastidia escribir sobre esto porque pienso que es un tema sobre el que no habría que hablar nunca. Cada uno somos como somos, somos lo que somos, pero ante todo somos respetables por ser como somos y por ser lo que somos. Pero cuando alguien se salta esa línea y empieza a decir gilipolleces para dejar claro que está por encima de, que es mejor que, que te doy mil vueltas pero como soy humilde no he querido dejarte en ridículo; entonces me caliento, y cuando me caliento lo que ocurre es que el dedo me pide tecla, y yo se la doy.

El jueves vi el debate entre Cañete y Valenciano. Francamente hubiera preferido una buena película porque ninguno de los dos me convenció de nada. Ninguno de los dos me pareció que estaba a la altura de lo que se esperaba de ellos. ¡Pero!.................

Al día siguiente uno de ellos con sus brillantes declaraciones consiguió regalar al otro todo lo que en el debate ninguno había ganado por méritos propios.

Las declaraciones del señor Cañete me repugnan. A mí no me sirve el dejo caer la frase, luego pido perdón, me confieso, y aquí no ha pasado nada. ¡No!, lo dicho, dicho está, se ha retratado.

Siempre he pensado que lo que más grande hace a una persona es la humildad. Es cierto que todos no somos igual de inteligentes, ni igual de guapos, ni igual de altos, ni igual de rubios. Ni igual de imbéciles tampoco. Pero también es cierto que la inteligencia, en este caso, no es patrimonio exclusivo de un solo sexo. Por suerte, hay hombres muy inteligentes, y mujeres muy inteligentes. No sé, ni me importa, como se distribuye ese porcentaje. Pero sí sé algo.

Las personas (y digo personas porque eso es lo importante, sin distinción de sexo). Las personas inteligentes no presumen de ello, no necesitan hacer declaraciones absurdas para dejar claro su nivel intelectual. Eso se demuestra con el hacer diario, con los actos que día a día te retratan, con lo que los demás perciben de ti. Con el silencio.

Una persona que presume de su nivel intelectual, mucho más de forma gratuita, es una persona en la que yo nunca confiaría. “Dime de qué presumes y te diré de lo que careces”.
El debate del jueves, para mi humilde entender, no lo ganó ninguno de los dos. Pero usted señor Cañete, con sus inteligentes declaraciones horas después, ha dado la victoria a la señora Valenciano. No sé si es lo que pretendía. Dudo que con su brillante inteligencia sea lo que quería, pero con su declarada inteligencia es lo que ha conseguido.

Y esto lo firma una mujer que no se considera tonta, pero que nunca se declarará más inteligente que nadie. 



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