jueves, 24 de diciembre de 2015

Te quiero papá. Siempre



Hace apenas tres meses escribía en este mismo lugar una historia sobre un hombre bueno. Hoy ese hombre ya no está. Murió hace ocho días. Nunca antes había visto morir a nadie, pero nunca podré olvidar la forma como él se marchó. Nunca podré olvidar aquellas horas en las que él ya inconsciente, transmitía una placidez inmensa. Mis hermanos y yo le sujetábamos sus manos. Yo quería, necesitaba transmitirle vida a través de ese contacto, pero no podía. Quería transmitirle esa vida que él me dio en su día, pero no podía. Él se iba poquito a poco, despacito, y nosotros no podíamos hacer nada, solamente sujetar sus manos y pensar que de alguna forma nos sentía allí, cerca de él, sabiendo que no estaba solo. Su respiración era lenta, cada vez más débil. Fue un momento muy triste, pero al mismo tiempo lleno de una inmensa paz. Allí estábamos los cinco. Quiero pensar que de alguna forma eligió ese momento, el único de todo el día en el que nos quedamos los cinco solos, él, su mujer, y sus tres hijos. Y entonces se fue, tan despacio, de una forma tan dulce, que apenas nos dimos cuenta de que ya no estaba.

Quería escribir muchas cosas sobre él, pero no puedo. En este momento las lágrimas y la emoción no me dejan. Quizá en otro momento.

Hoy es Nochebuena. Esta noche estarás con nosotros papá, siempre estarás con nosotros. Y por ti intentaremos sonreír.

Te quiero papá, siempre te querré.

domingo, 15 de noviembre de 2015

El complemento salarial de C`s tiene truco



A raíz de esta noticia aparecida en CTXT: El complemento salarial de C's tiene truco

 he querido utilizar mi blog para ponerlo de manifiesto con un ejemplo que pueda entender cualquiera no versado en economía ni en políticas fiscales.

Me gustaría ilustrarlo con un ejemplo muy simplificado. Tomemos dos de los tramos de renta vigentes en 2015:

RENTA                                TIPO IMPOSITIVO
20.200 A 35.200                       31%
35.200 A 60.000                       39%

Supongamos un sujeto pasivo cuya base imponible ha sido de 36.000€ y solamente tiene el mínimo exento de 2.652€

1ª opción: El mínimo exento se minora de la base imponible para obtener la base liquidable sobre la cual aplicar el tipo impositivo.

Base liquidable = 36.000 – 2.652 = 33.348
El tipo impositivo que corresponde aplicar es el 31%
Cuota a pagar = 33.348 x 31% = 10.337,88€

2ª opción: El mínimo exento se aplica como una deducción de la cuota íntegra

Base liquidable = 36.000
El tipo impositivo que corresponde aplicar es el 39% (hemos saltado al tramo siguiente)
Cuota íntegra = 36.000 x 39% = 14.040
Sobre esta cuota se deduce el mínimo exento de 2.652€
Cuota a pagar = 14.040 – 2.652 = 11.388€

La diferencia en este caso es de 1.050,12€ más a pagar para el contribuyente.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

La historia de un hombre bueno. Miguel



Ahora que vivimos tiempos donde día sí y día también tenemos que tragar con tanto corrupto, sinvergüenza, ladrón, etc, etc. Dónde tenemos que comernos la rabia viendo que algunos de los que en otro tiempo nos pretendían dar lecciones de buena ciudadanía, honradez, comportamiento ético y moral impecable; estaban al mismo tiempo haciéndose la cama donde se revolcarían en su indecencia, ambición ilimitada y podredumbre. Ahora precisamente me apetecía contar una historia. La historia de un hombre bueno.

Este hombre vivió tiempos difíciles como muchos de su generación. Nunca tuvo mucho aunque nunca pasó hambre. Trabajó y luchó, luchó, y luchó. Era un hombre muy inteligente, le encantaban las matemáticas, pero nunca pudo estudiar más allá de unos años en la escuela de un pueblecito donde a duras penas un maestro enseñaba a leer y escribir, sumar y restar, y poco más. Si la vida le hubiera brindado la oportunidad de estudiar, hubiera elegido un futuro vinculado a las ciencias, sin ninguna duda

Este hombre vivía en un pequeño pueblecito donde alguien tenía que ocuparse de la oficina bancaria, pero no de una oficina como las que ahora conocemos, sino un servicio llevado a cabo en las horas nocturnas, sacrificando tiempo con su familia cuando después de trabajar todo el día doblado bajo el viento, el sol, el agua o la nieve, volvía a su casa y se encerraba en una habitación haciendo números manualmente, y atendiendo a otros que como él sólo disponían de esas horas nocturnas para atender sus asuntos. Cuando necesitaba fondos, tenía que solicitarlos telefónicamente a la central para que unos días más tarde alguien con una furgoneta no muy diferente a la que se podía utilizar para vender fruta puerta a puerta (eran otros tiempos), se los trajera.

Eran otros tiempos, tiempos de televisión en blanco y negro, de muda limpia los domingos, de misa por aquello del que dirán, qué como ya se sabe en el pueblo se pasa lista. Eran otros tiempos, aunque igual que ahora, había gente honrada y sinvergüenzas, que de algún sitio han tenido que mamar los actuales.

Un día el hombre buscó a sus tres hijos y les hizo entrar en la habitación donde trabajaba. Sentó a su hijo pequeño en sus rodillas y miró a sus dos hijas, también pequeñas aunque menos, sentadas frente a él. Abrió un cajón y sacó un montón de billetes que puso encima de la mesa. Sus hijas lo miraron asombradas, nunca antes habían visto tanto dinero junto, ni él tampoco. Su hijo pequeño, quizá por su edad, quizá por su inocencia, o quizá por ambas cosas, exclamó: aaaaala somos ricos.

Entonces el hombre les habló a los tres: Esto que veis es un millón de pesetas (el euro ni estaba ni se le esperaba). Me lo han traído hoy aunque yo no lo he pedido, yo pedí 10.000 pesetas. Si me lo quedo no se van a enterar porque ya sabéis que siempre tenemos que firmar lo que nos entregan, y hoy hemos firmado que nos entregaban 10.000 pesetas, pero lo que había dentro era un millón. Mañana voy a llamar para devolverlo, así que ya veis que no somos ricos, aunque podríamos serlo si nos lo quedáramos. Lo que quiero deciros es que nunca en vuestra vida os quedéis lo que no es vuestro, ni siquiera aunque sea muy fácil y nadie se entere. Nunca lo hagáis. Quiero que siempre seáis personas honradas, y por eso os he enseñado el dinero, para que sepáis lo fácil que es quedárselo. Lo voy a devolver y quería que vosotros aprendierais esto.

Esta historia probablemente no interese a casi nadie, es sólo la historia de un hombre bueno. Un hombre llamado Miguel.


El hombre que hizo de mí lo que soy, y que me enseñó a ser honrada por encima de todo. Gracias papá. Aquel día, sentada delante de ti junto a mi hermana, mirando sorprendida tanto dinero, me diste una de las muchas grandes lecciones que a lo largo de tu vida me has dado.


viernes, 25 de septiembre de 2015

Sobre Cataluña y el 27S



Llevo tiempo, igual que todos, escuchando, observando, pero sin opinar. Y llevaba tiempo pensando también en lo que quería decir. Porque necesitaba decir lo que pienso. Ayer decidí hacerlo.

No sé cuál será el resultado de las elecciones en Cataluña el próximo 27S. Lo que sí sé es que yo respetaré el resultado aunque no lo comparta.

Estoy cansada de escuchar desacreditaciones constantes hacia todo aquél que sea catalán, sólo por eso, por ser catalán. Y eso no me gusta, no lo comparto, me indigna y me cabrea. No acepto las generalizaciones en ningún caso, y en éste tampoco.

Conozco a personas nacidas en Cataluña, que son grandes personas a las que respeto, admiro y quiero muchísimo. Los hay independentistas y los hay que no lo son, orgullosos de ser catalanes y orgullosos de ser catalanes y españoles. Pero en todos los casos grandes personas.

Esto, al igual que cuando alguien decide romper una relación sentimental, es porque existe un problema. En esta relación también existe un problema, y la solución no es amenazar, meter miedo, imponer, desacreditar de forma gratuita a todo aquél con un vínculo catalán. La solución es entender, empatizar, hablar, y sobre todo respetar por ambas partes.

Yo deseo que el próximo domingo decidan quedarse, que sigamos juntos. Pero también entiendo el hartazgo de aquellos que no lo desean. Deseo que sigamos juntos por muchas cosas, pero sobre todo porque una ruptura va a causar mucho daño a muchas personas, a algunas de las cuales quiero muchísimo.

Aunque si dentro de dos días el resultado no coincide con mis deseos, mi respeto será absoluto, y espero que el de todos. Porque no habremos llegado al final, sino al principio para empezar a entendernos.

jueves, 25 de junio de 2015

Recuerdo

Estoy en mi habitación mirando un cuadro colgado en la pared. Es una lámina dorada que representa un lago sobre el que flota una mujer desnuda, cubierta con velos transparentes. Sobre el césped, parejas de jóvenes se miran, descansan.
Recuerdo cuando compre esa lámina, me gustó, sabía que quedaría bien donde está. Recuerdo la tienda, la calle, el pueblo.
Recuerdo la entrada de un hotel, quizá la más espectacular que he conocido. Un techo azul turquesa estrellado, soportado por una columnata.
Me recuerdo tumbada en la arena, intentando encuadrar en mi cámara cuatro capiteles taladrando un cielo azul impoluto, limpio como solo en el desierto es posible encontrarlo.
Recuerdo a los niños vestidos de azul, cantando, bailando sobre el escenario de un teatro bimilenario. Recuerdo sus sonrisas y sus torpes intentos por repetir las palabras en castellano que yo les decía.
Recuerdo al hombre que me dió las gracias por respetar a su padre.
Recuerdo el pollo que comí.
Recuerdo el zumo de naranja.
Recuerdo las risas.
Recuerdo un amanecer.
Lo recuerdo todo.


Ah¡ lo olvidaba. No es un sueño. Existió. Su nombre es Palmira.


miércoles, 17 de junio de 2015

¿Y ahora qué?



No sé muy bien cómo empezar a escribir esto. No puedo evitar pensar, ¿y si algún día mis palabras se vuelven en mi contra? No es que eso me cause miedo; en realidad a estas alturas de la vida el miedo ya no existe, aunque sea lo que quieren crearnos. Y eso precisamente es lo que no debemos permitir.

Después de unos días convulsos, no me queda ninguna duda de que la guerra ha comenzado. La guerra contra las ideas, contra el deseo (legítimo sin lugar a dudas) de cambiar este país. Hay muchos intereses, siempre los ha habido y siempre los habrá, que no dejaran que cambien; cueste lo que cueste, caiga quien caiga.

Guillermo Zapata cometió un error, sin duda. Ha pagado por él. Otros han cometido errores, sin duda. Igual que tú, que yo, que todos. Sé que ahora me dirían: pero no es lo mismo, no es comparable, hay errores y errores. Desde luego, los hay. De la misma forma que hay catadura moral o no la hay.

Ayer pude leer como alguien decía que nos han tendido una trampa y hemos caído en ella. Estoy totalmente de acuerdo.

Es indigno que un cargo público hable contra las mujeres como si todas fuésemos fulanas, y no pasa nada.

Es indigno que una vicepresidenta del gobierno hable de los parados como si todos fuesen vagos y defraudadores, y no pasa nada.

Es indigno que un portavoz del gobierno desprecie a las víctimas de un régimen político, y no pasa nada.

Es indigno que una candidata a la alcaldía de la capital de este país hable de los sin techo como si fuesen delincuentes, y no pasa nada.

Y así podría seguir y seguir, pero para qué.

Todos tienen basura en la que buscar, solo que con una diferencia. La suya está muy expuesta, no es necesario rebuscar para encontrarla. O quizá no les importa porque saben que hagan lo que hagan, y digan lo que digan, no pasa nada.

La pregunta que ahora me surge, la que supongo le surge a muchos es: ¿y ahora qué? Van a seguir buscando, escarbando en la basura para exponer todo lo que encuentren, nimio o no tan nimio, todo vale cuando se trata de eliminar al enemigo.

Seguirles el juego es caer en su trampa, es lo que están esperando. El y tú más no sirve; ya hemos visto que siempre habrá una justificación para cada una de sus miserias. ¿Entonces qué?

Hablo por mí. Me considero una persona respetuosa, pero crítica, muy crítica con aquello que no me gusta y que no considero justo. No me gustan los enfrentamientos, ni me gusta ser una persona carroñera, pero sí dejar clara mi postura.

Sigo pensando que entrar en su juego es lo que pretenden. Y entonces, al seguir preguntándome ¿y ahora qué?, no puedo dejar de recordar a Gandhi. No lo sé, quizá esté equivocada, o quizá solo soy una persona pacífica que no se da por vencida, que piensa que la palabra tiene mucho poder.

Ni siquiera sé si he conseguido expresar la rabia que siento. Esto no ha hecho más que empezar. No caigamos en su trampa.