miércoles, 26 de febrero de 2014

Buenas noches, y hasta mañana



No he podido seguir el debate del Estado de la Nación, pero me voy a quedar solo con una frase: “Ya hemos dejado atrás la crisis
Me gustaría recomendar a quien la ha pronunciado, que reuna en un mismo auditorio a quienes detallo a continuación y pronuncie mirándolos a los ojos, esa misma frase. Solo eso, no es necesario que diga nada más. Pero hazlo, dilo delante de ellos y no ante un auditorio que mayoritariamente van a aplaudir tus palabras.


·         Personas que han perdido un trabajo estable desde hace años y han encontrado un trabajo precario por un sueldo mísero
·         Personas que ni siquiera pueden ni esperan tener al menos un sueldo mísero
·         Padres que tienen que enviar a sus hijos al colegio sin un bocadillo para el recreo
·         Padres que tienen que ir con sus hijos a comer a un comedor social
·         Hombres y mujeres que tienen que pedir una limosna para poder malvivir
·         Ciudadanos que están pasando el invierno sin calefacción, sin luz
·         Ciudadanos desahuciados de sus casas
·         Familias con personas dependientes a los que se les quita las ayudas
·         Jóvenes que no encuentran una oportunidad y tienen que emigrar
·         Niños que no entienden nada, pero ven a sus padres llorar de desesperación


Podría hacer más larga la lista, pero ¿para qué?. Solo con los anteriores no hay auditorio para ubicarlos. Y además, ¿para qué?, si tampoco hay lo que hay que tener para decirles a la cara: “Ya hemos dejado atrás la crisis”

domingo, 23 de febrero de 2014

1981



Hoy es 23F. Bueno, en realidad todos los años es 23F, pero este año tengo este blog y me apetecía recordar, no ese día, sino ese año: 1981

Y es que ese año lo tengo muy presente en mi memoria, porque fue el año en el que cerré una etapa y abrí otra. Y eso, aunque pueda parecer un tópico, no fue nada sencillo.

Ese año 1981 abandoné mi casa, el calor de mis padres y de mis hermanos, y me marché a otra ciudad. No estaba tan lejos, unos 150 kilómetros, pero era la suficiente distancia para que yo tuviera que tomar las riendas de mi vida. Ese traslado supuso también alejarme de un mundo caduco que me había envuelto desde que nací, y que ya estaba cambiando en muchos lugares de España, aunque en otros rincones los nuevos aires llegaban con retraso.

Enlazando una cosa con la otra, es cierto que ese año 1981, cuando yo todavía seguía en mi casa, pudo cambiar todo. Si aquel intento de golpe de estado hubiera prosperado, no sé si todos mis planes hubieran continuado como lo hicieron. Pero por suerte  no fue así.

En esos 18 años que yo estaba a punto de cumplir, no había sido muy consciente de todo lo que implicaba el país en el que vivía. Por una parte toda mi niñez, donde nadie tenemos capacidad de juzgar, solo vivir con las posibilidades que el entorno nos permite. Cuando mi capacidad de raciocinio se fue desarrollando, el cambio se había producido, aunque la estructura rancia y caduca de un Estado que se había anclado en la sociedad y en sus dirigentes caciques, seguía despidiendo un tufillo que no lograba irse por mucho que los nuevos aires corrieran entre puertas y ventanas abiertas.

Ese año 1981 me alejé de algo que no me gustaba. No sabía si en el lugar a donde iba tendría que vérmelas con lo mismo, pero intuía que no iba a ser así. Desde luego, también ahí habían existido y existían todos los inconvenientes y falta de libertad que yo tuve, pero esas ataduras ya no eran una institución. Se podía optar por continuar atado a un sistema rancio, caduco, catolicista, caciquil e intolerante; o bien se podía optar por un mundo de aires nuevos, frescos, ideas, sueños, ilusiones. 

Este segundo mundo es el que se intentó eliminar aquel 23F. Ahora, con la perspectiva del tiempo me doy cuenta de que era imposible lograrlo. La fuerza que empujaba a la sociedad, y sobre todo lo que habían podido intuir sobre ese mundo sin presiones, sin oscurantismo, sin amenazas, sin miedo a un castigo divino que podía caernos encima en cualquier momento cual rayo que te parte; todo eso no podía ser deseado, y mucho menos cuando habíamos visto que era todo una milonga.

Cuando a un niño le enseñas el campo para correr, no puedes pretender volver a encerrarlo después para que no pueda correr. Y eso es lo que creo había ocurrido.

Por suerte, ese año 1981, ya pasada toda la movida que se montó, pude irme, iniciar mis estudios, conseguir un título universitario con tesón y sacrificio, vivir libre, experimentar todo lo que la vida ofrecía, conseguir mis primeros dineros en trabajillos sin futuro, alquilar mi primer piso, organizar mi vida, conseguir mi primer trabajo estable, hacer planes, viajar, viajar, viajar, conocer gente, casarme, pagar una hipoteca, comprar mi primer coche, ver cine, leer, salir los fines de semana, bailar, reír, tener días buenos y días malos, ………………

Vivir, en definitiva, pero vivir libre. Indignada a veces, inconformista muchas, crítica unas más que otras. Pero siempre hacia adelante, porque ya se sabe: para atrás ni para coger carrerilla.



domingo, 16 de febrero de 2014

Willy



No lo había visto desde noviembre. Normalmente pasan algunos meses desde una vez hasta la siguiente en que nos encontramos. Pero siempre que me ve, o que yo lo veo a él, se acerca sonriente y me choca la palma de la mano. Al principio me tendía la mano y yo se la estrechaba, pero ya somos colegas y ahora me choca la palma, diciendo: ¿qué tal todo?

Ayer me encontré con Willy. Él me vio a mí y se acercó como siempre, con esa sonrisa que siempre regala a sus amigos, una sonrisa que contagia y que te hace saber sin dudarlo que es un buen tío. Me chocó la palma de la mano y preguntó: ¿qué tal todo? Yo le contesté: bien, ¿y tú?

¡Bien!, yo siempre bien

Esta es siempre su respuesta, y me encanta. Porque la dice sonriendo, mirándote, y sientes que es verdad.
Recordé que en noviembre, cuando lo vi por última vez, se marchaba a ver a su mujer y a sus hijos, y le pregunté por ellos.

¡Bien, todos bien!

Su respuesta la acompañó con una sonrisa un poco más pícara que las anteriores. Porque ya sabe lo que le voy a preguntar a continuación.

Yo: ¿qué tal tu nuevo hijo, es chico o chica?

Willy: un chico

Yo: enhorabuena, ¿y qué, cuando vuelves a conocer al siguiente?

Willy: todavía no lo sé, a ver (y sonríe todavía más)

Yo: siempre que vas a tu casa dejas un hijo en camino

Willy: ¿qué vas a hacer?  (entonces ríe con ganas)

Es un buen tío. Lo conozco porque coincidíamos en varios sitios donde iba a vender discos y películas. Hasta que un día me dijo: siempre te encuentro en todas partes. Y así empezamos a hablar, unas pocas palabras cuando nos veíamos, pero se agradecen. Willy trabaja, no sé en qué pero trabaja. Vende discos y películas para entretenerse, eso dice, porque los fines de semana se aburre. Yo no le compro nunca nada, pero él de vez en cuando me ha regalado algún disco.

Toma este, es muy bueno, me dice

Yo le invito a un café o a un refresco, y siempre es agradable compartirlo con él

No sé cómo llegó a España, nunca se lo he preguntado. Tampoco sé cuánto tiempo lleva aquí, yo lo conozco hace cuatro años más o menos.

Ayer me alegré de verlo. Esta semana ha sido trágica para gente como él, quizá alguno de los que han perdido la vida en el Tarajal era conocido suyo, o vecino de su pueblo, o nada. Pero seguro que venían para intentar encontrar un futuro para ellos o para sus familias. La vida es dura, es difícil, y para algunos mucho más. ¿Por qué tenemos que hacérsela más difícil todavía? 

Sí, claro, lo olvidaba. Estamos protegiendo nuestro futuro y el de nuestros hijos.

¿De verdad estamos haciendo eso? Cada día más nuestro futuro está fuera, en lugares donde no nos gustaría que nos recibieran a hostias, o a cañonazos.

¡Ah, claro!, no es lo mismo

¿Por qué?, porque somos blanquitos, porque hemos estudiado, porque tenemos derecho a vivir. ¿Por qué?

Alguna vez he estado acompañada por otras personas cuando Willy se me acerca para chocarme la palma de la mano e intercambiar unas palabras y alguna sonrisa. Y en ocasiones alguna de estas personas se ha extrañado y me ha preguntado después:

¿Lo conoces?


Willy es senegalés, es inmigrante, es negro. Es un buen tío. Creo que ya tiene cuatro hijos, o cinco, no lo sé, he perdido la cuenta. Cada vez que va a su país aprovecha. Pues hace bien, ¡qué cojones! 



Reflexiones en una mañana de domingo (2)



Yo quiero ser tonta

Sí, aunque suene mal es así. No se me ha ido la pinza. Y esto ya viene de antiguo, no me ha dado hoy por ahí, pero hoy me he acordado.

Hace tiempo tenía yo un compañero de trabajo, en realidad más de uno, pero este se llevaba la palma, al que todo le valía, todo se le perdonaba, y todo se le permitía, porque era tonto. Sí, ya sé que queda feo decirlo así, pero es lo que hay. Yo le intenté enseñar, pero ni por esas. Recuerdo que era incapaz de calcular el IVA de un coche cada vez que lo vendía, imposible, que no hay tu tía. Y siempre que tenía un cliente, venía para que yo se lo calculara. Mi táctica siempre fue la de no le regales el pan sino enséñale a fabricarlo. Y lo hice, varias veces, muchas veces, muchísimas veces, pero que no.
Conversaciones como esta eran muy habituales.

Él: mira a ver si lo he hecho bien

Yo: pues no, lo has calculado sobre el total con IVA

Él: como tú me dijiste

Yo: no te he dicho eso nunca, te dije que hay que calcularlo sobre el neto. ¿sabes qué es el neto?

Él: sí, eso lo sé

Yo: pues sobre ese importe

Él: y si le digo al cliente el total con IVA, cómo sé cuánto es sin IVA

Yo: eso también te lo expliqué, entonces hay que dividir para obtener el neto

Él: anda, explícamelo otra vez, que me lio

Yo: venga, pa pa pa pa pa, explicado. ¿lo tienes claro?

Él: sí, creo que sí. Entonces ¿cómo sé lo que gano?

Yo: ¿lo que ganas?

Él: es que si pierdo en la venta después me llaman de dirección

Yo: pues comparas el precio de venta con el de compra

Él: con IVA o sin IVA

Yo: ¡Dios!, olvídate del IVA coño. Comparas los netos

Él: ¿Cómo sé el neto del precio de compra?

Yo: Igual que el del precio de venta

Él: le sumo el IVA

Yo: pero qué sumas ni qué….. Qué no sumas nada

Él: pues entonces ya me liao, a ver, el precio de compra va con IVA o sin IVA

Yo: si es neto va sin IVA, si es el precio total va con IVA

Él: ¿y cómo sé cómo va?

Yo: ¿de dónde sacas el precio de compra?

Él: me lo das tú cuando te pregunto

Yo: ¿yo?, hay la leche que man dao

Él: bueno es igual. Tú me das el precio de compra y yo lo divido por el IVA

Yo: ¿por qué IVA?

Él: por el que le digo al cliente

Yo: ¿por el qué?

Él: ¿pues no era así?

Yo: déjalo que eres capaz de liar a Cristo y su madre. No sé cómo haces para hacer difícil lo fácil; trae los números a ver anda

Y siempre terminaba calculándole todo bien clarito para que se aclarara. Que no sé si se aclaraba. Hasta la próxima que otra vez la misma canción. No sé cómo tuve tanta paciencia, aunque la verdad es que nos llevábamos bien.
Y lo peor es que el tío después tenía unas nóminas pa cagarse. Y a mí eso nunca me ha importado, pero era inevitable decir: hay que joderse, lo que cobra uno por ser tonto.

Pues esa misma impresión me está quedando cada día al ver a ciertos y ciertas, pajes y princesas, ministros y ministras, y demás fauna de niveles medio-altos, que:

no saben, 

no contestan, 

no les consta, 

no se enteran, 

no conocen, 

no entienden,

a mí lo que me dicen,

la culpa es de otro,

yo de esto no sé,

yo firmo donde está la cruz,
(Algunos harían mejor en poner la huella del dedo pulgar, como hacían no hace tantos años, quienes no habían podido optar ni siquiera a una mínima educación que les permitiera saber leer y escribir)

Pues coño, el que no sepa a Salamanca, y sino aquí todos queremos ser tontos. Ah! y tener un sueldo de tonto, que sino no vale