domingo, 16 de febrero de 2014

Willy



No lo había visto desde noviembre. Normalmente pasan algunos meses desde una vez hasta la siguiente en que nos encontramos. Pero siempre que me ve, o que yo lo veo a él, se acerca sonriente y me choca la palma de la mano. Al principio me tendía la mano y yo se la estrechaba, pero ya somos colegas y ahora me choca la palma, diciendo: ¿qué tal todo?

Ayer me encontré con Willy. Él me vio a mí y se acercó como siempre, con esa sonrisa que siempre regala a sus amigos, una sonrisa que contagia y que te hace saber sin dudarlo que es un buen tío. Me chocó la palma de la mano y preguntó: ¿qué tal todo? Yo le contesté: bien, ¿y tú?

¡Bien!, yo siempre bien

Esta es siempre su respuesta, y me encanta. Porque la dice sonriendo, mirándote, y sientes que es verdad.
Recordé que en noviembre, cuando lo vi por última vez, se marchaba a ver a su mujer y a sus hijos, y le pregunté por ellos.

¡Bien, todos bien!

Su respuesta la acompañó con una sonrisa un poco más pícara que las anteriores. Porque ya sabe lo que le voy a preguntar a continuación.

Yo: ¿qué tal tu nuevo hijo, es chico o chica?

Willy: un chico

Yo: enhorabuena, ¿y qué, cuando vuelves a conocer al siguiente?

Willy: todavía no lo sé, a ver (y sonríe todavía más)

Yo: siempre que vas a tu casa dejas un hijo en camino

Willy: ¿qué vas a hacer?  (entonces ríe con ganas)

Es un buen tío. Lo conozco porque coincidíamos en varios sitios donde iba a vender discos y películas. Hasta que un día me dijo: siempre te encuentro en todas partes. Y así empezamos a hablar, unas pocas palabras cuando nos veíamos, pero se agradecen. Willy trabaja, no sé en qué pero trabaja. Vende discos y películas para entretenerse, eso dice, porque los fines de semana se aburre. Yo no le compro nunca nada, pero él de vez en cuando me ha regalado algún disco.

Toma este, es muy bueno, me dice

Yo le invito a un café o a un refresco, y siempre es agradable compartirlo con él

No sé cómo llegó a España, nunca se lo he preguntado. Tampoco sé cuánto tiempo lleva aquí, yo lo conozco hace cuatro años más o menos.

Ayer me alegré de verlo. Esta semana ha sido trágica para gente como él, quizá alguno de los que han perdido la vida en el Tarajal era conocido suyo, o vecino de su pueblo, o nada. Pero seguro que venían para intentar encontrar un futuro para ellos o para sus familias. La vida es dura, es difícil, y para algunos mucho más. ¿Por qué tenemos que hacérsela más difícil todavía? 

Sí, claro, lo olvidaba. Estamos protegiendo nuestro futuro y el de nuestros hijos.

¿De verdad estamos haciendo eso? Cada día más nuestro futuro está fuera, en lugares donde no nos gustaría que nos recibieran a hostias, o a cañonazos.

¡Ah, claro!, no es lo mismo

¿Por qué?, porque somos blanquitos, porque hemos estudiado, porque tenemos derecho a vivir. ¿Por qué?

Alguna vez he estado acompañada por otras personas cuando Willy se me acerca para chocarme la palma de la mano e intercambiar unas palabras y alguna sonrisa. Y en ocasiones alguna de estas personas se ha extrañado y me ha preguntado después:

¿Lo conoces?


Willy es senegalés, es inmigrante, es negro. Es un buen tío. Creo que ya tiene cuatro hijos, o cinco, no lo sé, he perdido la cuenta. Cada vez que va a su país aprovecha. Pues hace bien, ¡qué cojones! 



No hay comentarios:

Publicar un comentario