domingo, 23 de febrero de 2014

1981



Hoy es 23F. Bueno, en realidad todos los años es 23F, pero este año tengo este blog y me apetecía recordar, no ese día, sino ese año: 1981

Y es que ese año lo tengo muy presente en mi memoria, porque fue el año en el que cerré una etapa y abrí otra. Y eso, aunque pueda parecer un tópico, no fue nada sencillo.

Ese año 1981 abandoné mi casa, el calor de mis padres y de mis hermanos, y me marché a otra ciudad. No estaba tan lejos, unos 150 kilómetros, pero era la suficiente distancia para que yo tuviera que tomar las riendas de mi vida. Ese traslado supuso también alejarme de un mundo caduco que me había envuelto desde que nací, y que ya estaba cambiando en muchos lugares de España, aunque en otros rincones los nuevos aires llegaban con retraso.

Enlazando una cosa con la otra, es cierto que ese año 1981, cuando yo todavía seguía en mi casa, pudo cambiar todo. Si aquel intento de golpe de estado hubiera prosperado, no sé si todos mis planes hubieran continuado como lo hicieron. Pero por suerte  no fue así.

En esos 18 años que yo estaba a punto de cumplir, no había sido muy consciente de todo lo que implicaba el país en el que vivía. Por una parte toda mi niñez, donde nadie tenemos capacidad de juzgar, solo vivir con las posibilidades que el entorno nos permite. Cuando mi capacidad de raciocinio se fue desarrollando, el cambio se había producido, aunque la estructura rancia y caduca de un Estado que se había anclado en la sociedad y en sus dirigentes caciques, seguía despidiendo un tufillo que no lograba irse por mucho que los nuevos aires corrieran entre puertas y ventanas abiertas.

Ese año 1981 me alejé de algo que no me gustaba. No sabía si en el lugar a donde iba tendría que vérmelas con lo mismo, pero intuía que no iba a ser así. Desde luego, también ahí habían existido y existían todos los inconvenientes y falta de libertad que yo tuve, pero esas ataduras ya no eran una institución. Se podía optar por continuar atado a un sistema rancio, caduco, catolicista, caciquil e intolerante; o bien se podía optar por un mundo de aires nuevos, frescos, ideas, sueños, ilusiones. 

Este segundo mundo es el que se intentó eliminar aquel 23F. Ahora, con la perspectiva del tiempo me doy cuenta de que era imposible lograrlo. La fuerza que empujaba a la sociedad, y sobre todo lo que habían podido intuir sobre ese mundo sin presiones, sin oscurantismo, sin amenazas, sin miedo a un castigo divino que podía caernos encima en cualquier momento cual rayo que te parte; todo eso no podía ser deseado, y mucho menos cuando habíamos visto que era todo una milonga.

Cuando a un niño le enseñas el campo para correr, no puedes pretender volver a encerrarlo después para que no pueda correr. Y eso es lo que creo había ocurrido.

Por suerte, ese año 1981, ya pasada toda la movida que se montó, pude irme, iniciar mis estudios, conseguir un título universitario con tesón y sacrificio, vivir libre, experimentar todo lo que la vida ofrecía, conseguir mis primeros dineros en trabajillos sin futuro, alquilar mi primer piso, organizar mi vida, conseguir mi primer trabajo estable, hacer planes, viajar, viajar, viajar, conocer gente, casarme, pagar una hipoteca, comprar mi primer coche, ver cine, leer, salir los fines de semana, bailar, reír, tener días buenos y días malos, ………………

Vivir, en definitiva, pero vivir libre. Indignada a veces, inconformista muchas, crítica unas más que otras. Pero siempre hacia adelante, porque ya se sabe: para atrás ni para coger carrerilla.



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