martes, 31 de diciembre de 2013

2014





Se ha hablado tanto de lo que va a ser 2014, que ya ni escucho lo que se pueda decir. Solo sé lo que me gustaría que fuera 2014, 2015 y todos los años a partir de ahora. Estas son mis 10 esperanzas:

·        Que no exista ningún hogar sin un sueldo

·        Que todo niño pueda cada mañana abrir el frigorífico, tomar un vaso de leche, y sonreír con su boca rodeada por un círculo blanco

·        Que si alguien alarga la mano hacia ti desde cualquier rincón de tu ciudad, no sea para que pongas una moneda en ella, sino para tomar una flor de ella

·        Que toda mujer pueda ser libre para decidir, para vivir, para ser feliz

·   Que todos podamos entendernos desde el respeto, compartiendo lo que nos une y respetando lo que pueda separarnos, para que esa diferencia desaparezca con un abrazo y un café o un aperitivo juntos alrededor de una buena conversación

·        Que nadie tenga que preocuparse por el futuro, solo vivir el presente

·        Que los reporteros de guerra pasen a ser reporteros de paz

·        Que el ansia de poder y el ansia de dinero solo existan en los libros de historia

·        Que todos tengamos un mismo pasaporte: ciudadanos del mundo

·        Que la justicia sea igual para todos

Sé que esto tiene un nombre: utopía. Pero si todos lo deseamos, quizá los sueños se conviertan en realidad.
Feliz año a todos, y que la fuerza nos acompañe

domingo, 29 de diciembre de 2013

Mis recuerdos de Alepo



Hace ocho años realicé un viaje a Siria. Las cosas estaban complicadas, más o menos como siempre han estado en la zona. Fui buscando experiencias, vivencias que me enriquecieran como persona, pequeños momentos que pasan a formar parte de tu forma de ser, de ver el mundo, y de entender a los demás, que te hacen crecer como persona. Y los encontré. Siempre los he encontrado. Cuando se viaja, es fundamental hacerlo con la mente abierta, predispuesta a empaparse, a aprender más que a enseñar, a recibir más que a dar. Y se aprende, se aprende muchísimo.
Hoy me entristece mucho ver las imágenes de Alepo, una ciudad destruida, personas con sus vidas destruidas, edificios destruidos. Alepo siempre la recordaré como una ciudad increíble, una ciudad donde en muchos de sus rincones se podía retroceder en el tiempo mil años, y sentirse en mitad de un mundo fantástico, un mundo que allí permanecía vivo porque era muy fácil imaginarlo. La ciudad antigua de Alepo era una auténtica joya que en muy pocos lugares se pueden encontrar. Sus callejones estrechos, sus calles enlosadas, sus edificios milenarios, y sus gentes. Los cafés donde me senté en una mesa redonda, en aquellas callecitas recónditas, fumando una shisa mientras tomaba un café cargado y observaba un mundo que había imaginado y soñado en tantos libros y en tantas historias.
Siempre quedará en mi recuerdo aquella ciudad, y su gente. Quiero pensar que si alguna vez puedo volver, todo seguirá igual, pero sé que no es así. La destrucción es ahora la reina. Me da mucha pena, muchísima. Solo han pasado ocho años, y probablemente no queda nada de todo aquello que durante más de mil años permaneció para deleite de los que pudieran llegar hasta allí.

¿Por qué nunca aprendemos?

sábado, 28 de diciembre de 2013

Reencontrando a mis padres



Hoy es uno de esos días en los que siento que todo es bonito, no importa si llueve, si hace frío, si la luz sube un 11% o un 2%, si ha salido algún nuevo caso de corrupción, o si alguno de los ministros nos va a dar las uvas. Hoy lo que me hace sentir muy bien son los dos días que he pasado con mis padres, en realidad los dos días que he pasado a solas con mis padres.
Puede parecer paradójico, pero el ritmo de vida, el trabajo, el vivir en provincias diferentes, etc, etc ha hecho que durante los últimos 20 años no haya disfrutado de verdad de mis padres. Siempre con gente alrededor: mis hermanos, mis cuñados, mis sobrinos que nunca dejan de jugar. Es precioso, pero entre todo ese jaleo y los viajes siempre deprisa, ha pasado el tiempo y he perdido ese calorcito que solo se siente junto a tus padres.
Así que este año, cuando el día de Navidad todos se iban a su casa, les dije que yo me quedaba. Incluso Kike se marchó a nuestra casa. Y allí quedamos los tres, mis padres y yo. Ha sido increíble descubrirlos de nuevo, descubrir a unas personas a las que conozco tan bien, y sin embargo han cambiado tanto. Ha sido francamente enternecedor verlos tal y como son ahora, con sus achaques, apoyándose el uno en el otro, diciéndose el uno al otro, pero dónde tienes la cabeza que esa pastilla es mía que la tuya es la roja.
Me ha encantado ver escenas que nunca había visto. Verlos hacer la cama entre los dos, porque ninguno puede ya estirarse para llegar hasta el otro extremo. Y poner la mesa juntos, uno pone los platos y el otro los cubiertos. Hacer juntos la comida, algo que mi padre nunca había hecho.
Tener y escuchar conversaciones con ellos, que son tan sencillas como alucinantes.

Por ejemplo, mi madre y yo estamos juntas, desayunando, y me dice:
Mi madre:    ¿tú puedes saltar sobre los pies?
Yo:                sí claro, ¿por qué no voy a poder?
Mi madre:    a ver   (entonces voy y salto)
Mi madre:    yo no puedo, mira    (lo intenta y sus pies no se levantan del suelo)
Yo:               ¿y para qué quieres saltar?
Mi madre    antes podía, pero ahora no puedo
Yo:               ¿cuándo podías?
Mi madre:    cuando no tenía 80 años, me he hecho muy vieja y no puedo saltar
Yo:                no te preocupes, no necesitas saltar
Mi madre:    ya, pero antes podía. Y mira, me han salido muchas arrugas
Yo:                a mí también
Mi madre:   no es lo mismo, ya verás cuando tengas mis años. Además entonces no podrás saltar.
Termino riendo.
Yo:               qué importa; ven, vamos a comernos unas mandarinas
Mi madre:    vale

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Mi padre está jugando él solo con un futbolín de mesa que Papá Noel le trajo a su nieto el día anterior.

Yo:               ¿qué haces?
Mi padre:     aprendiendo a jugar a esto
Yo:                al futbolín se juegan dos
Mi padre:     ya, por eso, es que Dani me gana siempre y dice que yo no sé jugar.
Yo:                jajaja, te sabe mal que te gane
Mi padre:     nooooo, pero dice que meto todos en propia
Yo:                jajaja
Lo dejo practicando. Luego se dejará ganar, pero el orgullo es el orgullo.

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Me preparan una cena de día de fiesta

Mi madre:    ¿nos comemos el foie que sobró de Navidad?
Yo:                mejor guárdalo para el fin de semana cuando estéis todos
Mi madre:    no, mejor lo comemos ahora que estamos nosotros solos
Yo:                jajajaja
Mi padre:     yo corto un poco de jamón
Yo:               ¿también el jamón?
Mi madre:    sí, el jamón también
Yo:                jajajaja
Yo:             ¿y qué pasa con tu tensión mamá?, ya te has pasado dos días comiendo con sal y eso no puede ser
Mi madre:    sssshhhhh, si no se lo digo al médico no se entera
Yo:                pero yo si me entero
Mi madre:    vaaaa por un día más no importa ……… saca el jamón (dice dirigiéndose a mi padre)
Al final nos comimos el foie, el jamón, los ibéricos, el mazapán y el turrón.
Yo:                me vais a hacer volver con unos kilos de más.
Mi madre:    pues después saltas, tú puedes
Yo:                jajajajaja

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Mi madre se levanta de la mesa despacio, para buscar las pastillas que tienen que tomar cada día. Llega al armario y pregunta:

Mi madre:    ¿te has tomado las pastillas?  (se dirige a mi padre)
Mi padre:     que me las voy a tomar si no me las has dado
Mi madre:    mira que si yo no estoy pendiente no se acuerda
Coge unas cajas, saca unas pastillas y se las da
Mi madre:    toma anda
Mi padre:     pero si estas son tuyas
Mi madre:    qué van a ser mías, si las he cogido de aquí que es donde están las tuyas
Mi padre:     las amarillas son tuyas o es que no te acuerdas
Mi madre:    yo qué sé si las mías son las amarillas o las verdes
Mi padre:     las verdes también son tuyas
Yo:                pero os aclaráis o no, a ver si la vamos a liar
Mi madre:    esto tu padre que ha dejado las cajas donde no es
Mi padre:     ¿yooooo?, pero si no las he tocado en todos estos días
Mi madre:    pues mira tú porque ya no sé cuáles son las mías y las tuyas
Mi padre:     ya voy
Se acerca y saca seis o siete cajas
Mi padre:     sin gafas no veo, tú tomas una amarilla y una verde
Yo:               ¿os las tomáis por colores?
Mi madre:    menos mal que tienen colores porque sino
Me levanto a ver si pongo un poco de orden
Yo:               a ver, ¿tú de qué color las tomas?
Mi madre:   yo qué sé, amarilla me parece
Yo:             hay madre mía que lio. ¿Sabéis?, las voy a dejar en cajones diferentes las de uno y las de otro, así no os liaréis
Mi padre:    luego llegará tu madre y las juntará todas
Mi madre:   yo no, será tu nieto que las pone todas juntas
Yo:               vaya por dios, que bueno es que haya chicos para echarles la culpa

Ha sido precioso. Ojalá pueda repetir muchas más veces. Muakkk, os quiero mis queridos viejitos, sois como niños.