Hoy es el cumpleaños de un viejo amigo mío. Bueno, hoy era su
cumpleaños, porque desde hace cuatro años su tiempo se acabó.
Yo tengo muy buena memoria, a día de hoy recuerdo el
cumpleaños de todas las personas que en mi vida han sido importantes en algún
momento, y a pesar del tiempo que haya transcurrido, nunca lo olvido. Él fue
importante, fue especial. Fue el primer hombre del que me enamoré, allá por la
década de los 80. Todavía no sabía que me depararía el futuro: no había
comenzado mi vida laboral, no sabía dónde viviría, no imaginaba que el mundo me
estaba esperando, que muchos lugares de ensueño podría conocerlos. Estaba
descubriendo la vida, y él fue alguien muy importante en ese descubrir un beso,
una caricia, un suspiro.
Nunca olvidé su cumpleaños, aunque la vida te arrastra en una
vorágine de circunstancias que parecen sumir en la penumbra lo que vas dejando
atrás, siempre que llega el 17 de diciembre recuerdo que es su cumpleaños.
Hace tres
años me ocurrió algo extraño, o quizá no es extraño, pero me ocurrió. Estaba
escribiendo una novela que espero algún día pueda ver la luz y llegar a muchos
lectores; al escribir una de las escenas, las palabras que aparecían en la
pantalla me recordaron a esta persona, de pronto su imagen llenó mi cabeza, y
me sorprendí por la fuerza como irrumpió. Mi reacción fue entrar en internet y
teclear su nombre, no sé por qué lo hice pero fue así. Su nombre solo tenía una
noticia, la de su muerte. Seis meses antes se había producido un accidente de
tráfico a primera hora de la mañana, un choque entre dos vehículos. Los
ocupantes de uno de los vehículos resultaron heridos, el ocupante del otro
resultó muerto. En la pantalla aparecía la fotografía de un cadáver tumbado en
la carretera, tapado con un plástico de color metalizado brillante. El
fallecido era él.
Agradecí que no se viera su imagen, yo sabía que sus rasgos
los reconocería a pesar de haber transcurrido 25 años desde la última vez que
lo vi. Lo recordaba joven, lleno de vida, y muy divertido. Y así quería que
continuara.
No he vuelto a teclear su nombre, sé que si lo hago volveré a
ver esa imagen, y no deseo verla. Ese mismo día, escribí un epílogo para mi
novela, aunque creo que nunca lo incluiré, al menos por el momento. Podría
hacer daño a alguna persona que estuvo siempre a su lado, y eso no lo haría
nunca.
Pero hoy vuelve a ser su cumpleaños, aunque su tiempo se
paró, y he querido recordarlo.
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