martes, 17 de diciembre de 2013

Felicidades viejo amigo, estés donde estés



Hoy es el cumpleaños de un viejo amigo mío. Bueno, hoy era su cumpleaños, porque desde hace cuatro años su tiempo se acabó.
Yo tengo muy buena memoria, a día de hoy recuerdo el cumpleaños de todas las personas que en mi vida han sido importantes en algún momento, y a pesar del tiempo que haya transcurrido, nunca lo olvido. Él fue importante, fue especial. Fue el primer hombre del que me enamoré, allá por la década de los 80. Todavía no sabía que me depararía el futuro: no había comenzado mi vida laboral, no sabía dónde viviría, no imaginaba que el mundo me estaba esperando, que muchos lugares de ensueño podría conocerlos. Estaba descubriendo la vida, y él fue alguien muy importante en ese descubrir un beso, una caricia, un suspiro.
Nunca olvidé su cumpleaños, aunque la vida te arrastra en una vorágine de circunstancias que parecen sumir en la penumbra lo que vas dejando atrás, siempre que llega el 17 de diciembre recuerdo que es su cumpleaños.
Hace tres años me ocurrió algo extraño, o quizá no es extraño, pero me ocurrió. Estaba escribiendo una novela que espero algún día pueda ver la luz y llegar a muchos lectores; al escribir una de las escenas, las palabras que aparecían en la pantalla me recordaron a esta persona, de pronto su imagen llenó mi cabeza, y me sorprendí por la fuerza como irrumpió. Mi reacción fue entrar en internet y teclear su nombre, no sé por qué lo hice pero fue así. Su nombre solo tenía una noticia, la de su muerte. Seis meses antes se había producido un accidente de tráfico a primera hora de la mañana, un choque entre dos vehículos. Los ocupantes de uno de los vehículos resultaron heridos, el ocupante del otro resultó muerto. En la pantalla aparecía la fotografía de un cadáver tumbado en la carretera, tapado con un plástico de color metalizado brillante. El fallecido era él.
Agradecí que no se viera su imagen, yo sabía que sus rasgos los reconocería a pesar de haber transcurrido 25 años desde la última vez que lo vi. Lo recordaba joven, lleno de vida, y muy divertido. Y así quería que continuara.
No he vuelto a teclear su nombre, sé que si lo hago volveré a ver esa imagen, y no deseo verla. Ese mismo día, escribí un epílogo para mi novela, aunque creo que nunca lo incluiré, al menos por el momento. Podría hacer daño a alguna persona que estuvo siempre a su lado, y eso no lo haría nunca.
Pero hoy vuelve a ser su cumpleaños, aunque su tiempo se paró, y he querido recordarlo.

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