domingo, 1 de diciembre de 2013

¿Estamos tontos o qué?



Llevo ya dos días venciendo la tentación de darle a la tecla, ignorando esa vocecita que susurraba en mi oído: vamos, si estás deseando, si sabes que vas a hacerlo.
Pero ya vale, esta mañana después de leer el periódico he dicho, a darle a la tecla que está caliente. Y es que llevo toda la semana escuchando algo que me hace hervir un poco la sangre, porque a mí de vez en cuando me hierve la sangre, y últimamente está a bastante temperatura.

¡Pero qué clase de tontuna general nos está haciendo ir a todos como borregos en la misma dirección! Es que somos tontos, o estamos tontos.

Vamos a ver si me explico. Entiendo que en la situación actual es lógico que se intente activar el consumo con campañas publicitarias que empujen a adquirir. Es normal que el comercio se intente lanzar para superar el estancamiento en el que la ineptitud y la incapacidad de nuestros políticos lo han sumido (al igual que otros muchos sectores económicos). ¿Pero para conseguir esto es necesario tener tan poca imaginación?, ¿es necesario recurrir a lo que otros han creado, como si fuera la panacea que va a salvarnos de todos los males que nos acechan?. O dicho de otra forma, ¿es qué nosotros no somos capaces de crear nuestro propio estímulo, de ser creativos?. Me consta que tenemos grandes creativos, que somos un país con un enorme potencial de imaginación, que somos buenos, muy buenos. Entonces, ¿por qué necesitamos importar algo que hasta hace unos días nadie hablaba de ello, y hoy se escucha como si formase parte de nuestra vida desde siempre?
Me calienta la sangre, de verdad. Estoy segura de que se quedará para siempre con nosotros como un gran logro, y que dentro de un año, todos hablarán de él como algo nuestro, sin saber y sin pensar de dónde vino y cómo vino. No es el primer caso, así que acierto seguro.
Llevo dos días preguntándome: ¿es qué no somos capaces de hacer algo nosotros?, tenemos creativos ¿no?. O quizá nuestros creativos están todos allí, al otro lado del charco, y esto es solo un regalo que nos envían por Navidad.
En fin, así somos, o así nos hacen ser.

Y esta mañana, después de leer el periódico, con todos los anuncios a página entera, animando, empujando a participar en las últimas horas del Black Friday, le he dicho al diablillo que lleva varios días sentado en mi hombro, has ganado.
¡Pero qué clase de tontuna general es esta!  Porque seguro que si en lugar de llamarlo Black Friday, lo hubiéramos llamado, “Tres días de descuentos extraordinarios”, aquí no se mueve ni dios.

Y aunque parezca fuera de lugar, ahora he recordado a mi abuela. Si hoy viviera y yo le dijera: abuela, dame la propina para ir al Black Friday. Ella me contestaría: ¿pero tu tas tonta?,¿qué te pasa en la boca?

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