Llevo ya
dos días venciendo la tentación de darle a la tecla, ignorando esa vocecita que
susurraba en mi oído: vamos, si estás deseando, si sabes que vas a hacerlo.
Pero ya
vale, esta mañana después de leer el periódico he dicho, a darle a la tecla que
está caliente. Y es que llevo toda la semana escuchando algo que me hace hervir
un poco la sangre, porque a mí de vez en cuando me hierve la sangre, y
últimamente está a bastante temperatura.
¡Pero qué
clase de tontuna general nos está haciendo ir a todos como borregos en la misma
dirección! Es que somos tontos, o estamos tontos.
Vamos a ver
si me explico. Entiendo que en la situación actual es lógico que se intente
activar el consumo con campañas publicitarias que empujen a adquirir. Es normal
que el comercio se intente lanzar para superar el estancamiento en el que la
ineptitud y la incapacidad de nuestros políticos lo han sumido (al igual que
otros muchos sectores económicos). ¿Pero para conseguir esto es necesario tener
tan poca imaginación?, ¿es necesario recurrir a lo que otros han creado, como
si fuera la panacea que va a salvarnos de todos los males que nos acechan?. O
dicho de otra forma, ¿es qué nosotros no somos capaces de crear nuestro propio
estímulo, de ser creativos?. Me consta que tenemos grandes creativos, que somos
un país con un enorme potencial de imaginación, que somos buenos, muy buenos.
Entonces, ¿por qué necesitamos importar algo que hasta hace unos días nadie
hablaba de ello, y hoy se escucha como si formase parte de nuestra vida desde
siempre?
Me calienta
la sangre, de verdad. Estoy segura de que se quedará para siempre con nosotros
como un gran logro, y que dentro de un año, todos hablarán de él como algo
nuestro, sin saber y sin pensar de dónde vino y cómo vino. No es el primer
caso, así que acierto seguro.
Llevo dos
días preguntándome: ¿es qué no somos capaces de hacer algo nosotros?, tenemos
creativos ¿no?. O quizá nuestros creativos están todos allí, al otro
lado del charco, y esto es solo un regalo que nos envían por Navidad.
En fin, así
somos, o así nos hacen ser.
Y esta
mañana, después de leer el periódico, con todos los anuncios a página entera,
animando, empujando a participar en las últimas horas del Black Friday, le he dicho al diablillo
que lleva varios días sentado en mi hombro, has ganado.
¡Pero qué clase
de tontuna general es esta! Porque
seguro que si en lugar de llamarlo Black Friday, lo hubiéramos llamado, “Tres
días de descuentos extraordinarios”, aquí no se mueve ni dios.
Y aunque
parezca fuera de lugar, ahora he recordado a mi abuela. Si hoy viviera y yo le
dijera: abuela, dame la propina para ir al Black Friday. Ella me contestaría: ¿pero
tu tas tonta?,¿qué te pasa en la boca?
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