viernes, 10 de enero de 2014

El operativo policial y la fiesta




A raíz de todo lo que ha ocurrido estos últimos días con la filtración en twitter de un operativo contra ETA, y la salida en estampida de algún miembro, además de la destrucción de pruebas, que ya todos conocemos, con la consecuencia lógica de que la policía casi encontró la mesa puesta con el café servido para que lo tomaran calentito, he recordado algo que viví hace unos años en otro lugar. En aquel momento me pareció además de curioso, divertido, y me dije: bueno, menos mal que estas cosas solo pasan por aquí. ¡¡¡Y mira tú por dónde!!!
He buceado en los escritos que siempre voy guardando tras mis escapadas por el mundo, plasmando recuerdos y vivencias que me parecen interesantes, segura de que algo había sobre este tema, y por supuesto, lo he encontrado. Dejo a continuación lo que escribí en su día. Incluso he encontrado dos fotografías de la banda, y el operativo.


    Me encontraba en Trujillo, una ciudad encantadora en el norte de Perú. Acababa de llegar a mi hotel, que se encontraba en la plaza principal, era un edificio colonial con balcones similares a los que ya había visto en Lima; me atraía mucho recorrerlo, pero preferí salir fuera. La Plaza de Armas de Trujillo está rodeada por casas de colores; el ayuntamiento pintado de rosa, y la catedral, de amarillo. Es como la paleta de un pintor.
    En el centro de la plaza había mucha actividad, y de allí procedía una música muy pachanguera, muy animada. Fui hacia allí pensando que habría fiesta, y ante mi sorpresa, me encontré con un grupo numeroso de policías uniformados y armados, que estaban formados en posición militar, mientras a su lado una banda de música entonaba ritmos muy caribeños. No cuadraba demasiado una cosa con la otra, pero iban unidas, de eso no cabía ninguna duda. La gente estaba alrededor mirando y bailando sin parar; me sumé a la fiesta; para esto no necesito que nadie me anime. Bailé con varios peruanos como si los conociera de toda la vida, y al final no pude evitar preguntar.

Yo:  ¿Esta música qué tiene que ver con todos estos policías en formación?

Chico peruano:  Es para animarlos y para que salgan a las calles con fuerza para luchar contra los malos.

Yo:  Nunca hubiera pensado que para eso les hicieran una fiesta así.

 Chico peruano:  No es una fiesta, la banda de música es la banda de la policía.
Yo:   No entiendo nada, pero es divertido.

    En ese momento un policía que estaba al mando hacía fotos sin parar, mientras sus pies bailaban al ritmo de la música. No me corté y le pregunté.

Yo: Perdone, soy española y esto me resulta muy curioso. ¿Qué están celebrando exactamente?

Policía bailarín:  Bienvenida a Perú. No celebramos nada. Estamos haciendo un operativo militar, y antes de comenzar animamos a nuestras tropas para que salgan con el ánimo muy alto.

Yo:   ¿Un operativo militar, pero esas cosas no son secretas?

Policía bailarín:  Dentro de un rato todos estos policías se desplegarán por la ciudad para realizar redadas en las que capturaran a delincuentes.

Yo:   ¿Y siempre que se disponen a realizar redadas se preparan así?

Policía bailarín:  Si, a menudo, aquí hacemos las cosas de esta manera.

Yo:  Pero con esta fiesta previa, será difícil que capturen a nadie; si ya están avisando que salen.

 Policía bailarín:  Siempre se captura a delincuentes.

    No entendí nada, pero estaba claro que allí hacían las cosas de una forma muy particular, y sobre todo divertida, porque aquella fiesta continuó hasta que pasado un buen rato comenzaron a aparecer camiones que pararon junto al ayuntamiento. Entonces paró la música y el oficial al mando se puso delante de todos los policías en formación, y con los gritos tan típicos de los militares, les ordenó romper filas y comenzar el operativo. Ellos corrieron hacia los camiones, subieron a la parte trasera, y aquellos camiones salieron en distintas direcciones para desplegarse por la ciudad.
    Yo seguía pensando – si capturan a alguien tendrán mucha suerte o los delincuentes son tontos, pero ellos sabrán. En cualquier caso he pasado un rato divertidísimo.



Ahora, visto lo visto, solo se me ocurre decir: “la próxima vez, hagamos una fiesta, y puestos a que se escapen los malos, por lo menos que nos quiten lo bailao”.




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