lunes, 13 de enero de 2014

Gestionar bien o gestionar mal, diferencia entre el éxito o el infierno



No es fácil gestionar una empresa, pero tampoco es tan difícil si se tiene un poco de sentido común. Todos nos podemos equivocar, y tenemos derecho a equivocarnos, pero algunas equivocaciones se ven venir, hasta los que no saben, las ven venir. Y el problema no es que el gestor de una empresa se equivoque y pierda, el problema es cuando esa equivocación conlleva la pérdida de otros puestos de trabajo.
En los últimos cinco años hemos visto muchas empresas que han desaparecido, arrastradas por una crisis que ha arrasado con una parte importante de pequeñas y no tan pequeñas empresas. Negocios que funcionaban, que nunca habían fallado a sus clientes, a sus proveedores, a sus trabajadores, de pronto se han visto inmersas en una partida de dominó donde las fichas iban cayendo en una sucesión sin pausa, hasta que les ha llegado el turno, y también han caído.
Un banco que no concede un crédito a una pequeña empresa, o no le amplía su línea de descuento, lleva inmediatamente a un impago por parte de esta empresa a su principal proveedor por falta de liquidez. A su vez este proveedor se ve forzado a dejar de pagar a su proveedor, porque no ha cobrado la factura que esperaba de su principal cliente. Y este segundo proveedor, que tampoco cobra a tiempo, no puede pagar la nómina a sus trabajadores, ni la seguridad social. Y estos trabajadores que no cobran, o cobran a destiempo, o cobran tarde y mal, tienen que dejar de comprar zapatos, un libro, dejan de ir al cine, dejan de comprar un coche, incluso dejan de arreglar el que tienen y van caminando a los sitios. Y entonces la zapatería, la librería, el cine, el concesionario y el taller, que ya tenían el problema de que sus clientes no les pagan, o les pagan tarde y mal, se encuentran con que ya no venden tanto. Y si venden menos, y cobran tarde y mal, siguen sin poder pagar a sus proveedores, ni a sus trabajadores, ni a Hacienda, ni a la Seguridad Social. Y las fichas de dominó siguen cayendo, cada vez más rápidas, en una sucesión difícil de frenar.
Esto ha pasado durante los últimos cinco años, y ningún gestor de ninguna empresa ha podido remediarlo. Pero hay otras cosas que sí se han podido remediar, equivocaciones de libro que ningún buen gestor debería cometer nunca.

Por ejemplo:

Cuando una empresa se encuentra en una situación financiera muy grave, con un nivel de endeudamiento a corto y medio plazo, difícil de afrontar. Si el único activo que posee dicha empresa son los terrenos sobre los cuales está ubicada, puede actuar de dos formas: bien y mal.

A)     Una actuación correcta sería vender una parte o todos los terrenos propiedad de la empresa, de forma que se capte la liquidez suficiente para hacer frente a las deudas a corto plazo, y se tomen las medidas correctoras que permitan a la empresa captar cuota de mercado, generar recursos suficientes para poder hacer frente a sus deudas, y sentar las bases de un crecimiento sostenido que garantice la solvencia a medio plazo. Lógicamente, durante unos años, los beneficios que se vayan generando deberían quedar en la empresa para ser invertidos en el proceso productivo, contribuyendo a la recuperación financiera, y a la solvencia de la empresa.

B)     Una actuación incorrecta sería:
-          Utilizar una buena parte del dinero obtenido en la venta del terreno para repartir dividendos
-          Comprar otra empresa (rentable y saneada) que está a la venta, solicitando un crédito del 100% del importe de la compra, incrementando de esta forma el endeudamiento que ya era muy preocupante.
-          Como este paso aumenta de forma impresionante los problemas de endeudamiento que ya existían, se decide pagar la compra de la empresa con los activos que esta posee. Para ello se hipotecan todas sus existencias, se solicitan créditos (antes no los tenía), y se utiliza su cuenta de reservas. De forma que a los pocos meses de realizar la compra de la empresa solvente, su situación es de activos hipotecados, endeudamiento, y fuerte disminución de sus fondos propios.
-          Cuando la empresa adquirente y la adquirida se han igualado en sus situaciones financieras (cual ley de vasos comunicantes), y el ahogo financiero es ahora igual en las dos, se adquiere otra nueva empresa para repetir la misma operación.
-          Finalmente, todas terminan en concurso de acreedores, como no podía ser de otra forma.

En el caso B), la actuación correcta después de comprar la empresa, hubiera sido continuar con la empresa adquirida, generando beneficios tal y como lo hacía, y utilizando esos beneficios para ir apoyando a la empresa adquirente, que junto con una buena gestión de los recursos obtenidos por la venta de los terrenos, hubiera podido recuperar la situación y la solvencia que un día tuvo en su sector de mercado. Despacio, sin prisa, los resultados hubieran llegado.
En fin, sigo pensando que no es fácil gestionar una empresa, aunque tampoco es tan difícil, solo hace falta tener sentido común, a veces incluso más que conocimientos. Equivocar nos podemos equivocar todos, pero algunas equivocaciones se ven venir, y las consecuencias también.
Muchas empresas han caído cual fichas de dominó como consecuencia de la crisis, pero no todas. Algunas se podían haber salvado con una buena gestión.



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